(SAN JOSÉ, MIÉRCOLES 28 DE MAYO, 2014-EL JORNAL). La esencia del aserriceño nació en los cafetales, en el campo y en la necesidad de sentir amor por el cantón que nos daba qué comer, sin embargo, hoy en día, estamos pasando por un momento transitorio, pero no necesariamente es un momento bueno, todo lo contrario, estamos en una época en la que las drogas y el alcohol se apoderan de los jóvenes en la calle y en el que la inseguridad vive a diario en el pensamiento de las personas, en en el cual la contaminación mata nuestra naturaleza y no existe una cultura por salvarla y preservarla.
Aserrí no solo es famosa por los tamales, sino también por los chicharrones, los jocotes y por su café, por aquella imagen del “jornalero”, que aún vive presente en el pensar de muchas personas y más todavía cuando se piensa en aquellos indígenas que fueron los primeros en vivir en estas tierras, pero, ¿será que se nos ha olvidado en qué lugar vivimos y qué riquezas poseemos?
Es lamentable pensar en “la piedra de Aserrí”, que se ha vuelto en el lugar perfecto para el consumo masivo y desproporcionado de alcohol, en donde antes significaba uno de los mejores lugares para encontrar la paz, y sobre todo un lugar de turístico que tentaba a todos aquellos que pasaban por aquí. Era un sitio para visitar en familia, pero ya eso no se puede hacer.
El verdadero aserriceño muestra interés por sus vecinos, saluda con alegría y procura ser solidario con quien lo necesita, pero ¿no estaremos perdiendo esas virtudes?
El lema de Aserrí, según el exalcalde Victor Morales, se deriva de una simple frase: “de la tradición al progreso”, y es que en nuestro afán por el trabajo, el estrés por las presas, los problemas del agua, hemos dejado de lado esos valores y tradiciones.
Para intentar rescatar nuestras tradiciones, esperamos a que llegue la celebración de la Feria del Tamal, pero ¿verdaderamente sabemos qué significa esta feria para nuestro pueblo?
Nuestro pueblo cuenta con cosas valiosas: una orquesta comunal, una cimarrona, mascaradas, artesanos, pintores, artistas, sin embargo, muchas veces no se les da la importancia necesaria para que desarrollen su don y su talento.
¿Te has preguntado si estamos matando nuestra comunidad? A menudo vemos quemas, tala de árboles, basura en los ríos, y muchas personas tienen la mentalidad de “¿para qué voy a hacer algo, si los otros no hacen nada?, pero, tal vez sin darse cuenta, con esa actitud estamos matando nuestra cultura, nuestras montañas, porque el cambio inicia de forma personal.
¿Estaremos a tiempo y tenemos la disposición para rescatar nuestro cantón? ¿Verdaderamente queremos volver a lo que nos distingue e identifica como aserriceños?
Excelente el comentario-reflexión de Daniela Castro, en AQUÍ Y AHORA. Es lamentable, sentir y ver la misma situación en muchos pueblos. Aquí, en mi comunidad de El Llano, Alajuela, tuvimos enormes tradiciones y ahora estamos, un grupo de ciudadanos, tratando de rescatar, o por los menos medio copiar, lo valioso que dejaron nuestros abuelos. Pero falta colaboración de instituciones y de la misma ciudadanía, muchas veces mostrando desinterés por las cosas hermosas de nuestro ayer.