MARTES 19 DE NOVIEMBRE, 2024-EL JORNAL). El fútbol de Costa Rica se acostumbró a ver el árbol y no el bosque. Ayer en Panamá fue una muestra inequívoca de esa situación: no se concibió la serie como de 180 minutos, sino que se vieron dos partidos, que es diferente.
Al no conceptualizarse como una serie, se plantearon estrategias para cada partido, en vez de una estrategia global. El resultado: la eliminación.
No se aprovecharon las debilidades del rival, que las tenía, y en cambio se le permitió potenciar sus fortalezas.
En el Rommel Fernández, Costa Rica tuvo destellos y estos le bastaron para sacar un empate. ¿Qué hubiera pasado si se asumen los dos juegos como una serie con una estrategia que los conectara y llevara al adversario a puntos grises?
Hoy, a pesar de que como equipo Costa Rica es menos que Panamá, quizá la Tricolor estuviera en la Final Four y con boleto de Copa de Oro. ¿Cómo lograrlo? A punta de estrategia, como hacían los grandes generales de la historia: Napoleón, Alejandro Magno, Ulysess Grant, etc.
Lo que sucede es que esa gran visión, que va de la mano con la estrategia, tiene que empezar en la dirigencia y, hasta ahora, Osael Maroto y compañía han errado en la escogencia de los técnicos. En el caso de Gustavo Alfaro fallaron porque por unos chelines de más quebró de inmediato el pacto. La ética también debe ser valorada cuando se hace una contratación. Y a la hora de poner a Claudio Vivas dejaron entrever que ven el árbol, pero no el bosque.
