(JUEVES 11 DE ENERO-2024-EL JORNAL). A pocas horas de que comience el Clausura, hay estadios que todavía requieren el aval del Comité de Licencias, en lo que parece más un campeonato de tercera división que profesional.
Cuando Iván Mraz llegó a Costa Rica a comienzos de la década de 1980 no tardó mucho en decir que nuestro fútbol era más aficionado que profesional, cuando constató la organización que existía y los estadios en que se jugaba.
Ya casi ha pasado medio siglo desde entonces y los cambios, en la mayoría de los casos, no son signficativos. Todavía tenemos estadios sin iluminación, canchas muy malas o sintéticas, con graderías del siglo pasado y con nulas facilidades para los aficionados.
Todavía tenemos condiciones de infraestructura impropias de un fútbol que ya tiene seis mundiales mayores. Y de la mentalidad de los dirigentes hay mucho trecho por recorrer, porque aquellos padecen de una miopía exponencial que parece irremediable.
Solo basta con escuchar la forma en que hablan los dirigentes, quienes se confunden con los criterios de los aficionados a cada paso, lo que refrendan con sus decisiones, a veces inexplicables para la gran responsabilidad que tienen.
Si tenemos enormes vacíos en la infraestructura y una dirigencia inmadura, más aficionada que profesional, no se pueden esperar grandes avances en el corto plazo, ni siquiera en el mediano.
Se viene un nuevo torneo, pero en la base hay pocos cambios. Se avanza poco. Hay poca proyección de los equipos y la mayor constatación es que la Conchampions nos dura una semana, a lo sumo.
En nuestro fútbol, hay más miopía que dirigentes visionarios y esta es una diferencia que nos es baladí, como muchos piensan.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL