(JUEVES 31 DE MARZO, 2022-EL JORNAL). Cara y cruz para la Selección Nacional: de una primera vuelta desastrosa en la que obtuvo solo seis puntos, pasó a una segunda pletórica, en la que terminó invicta y logró 19 de 21 unidades.
Más allá de la euforia de la dirigencia y de los aficionados, hay que analizar con mucha mesura la metamorfosis kafkiana que experimentó el equipo y que le permitirá disputar el repechaje, cuya palabra misma nos da pistas de que el paso de la Selección en la eliminatoria estuvo entre claroscuros.
La clave de todo está en lo que dijo el técnico Luis Fernando Suárez anoche tras el partido contra Estados Unidos: trabajo.
Sin esos famosos microciclos ampliados y sin el conocimiento que fue adquiriendo el técnico, no se hubiera podido dar con una tecla al menos en cuanto a resultados.
Por eso, cuando se iba a contratar al técnico luego del despido de Rónald González siempre sostuve que se ocupaba un entrenador de la casa, que conociera por completo el fútbol tico por dentro.
Suárez necesito de siete partidos y no pocas enmiendas para salvar la eliminatoria, pero no le alcanzó para llegar directo al Mundial de Catar 2022.
Ayer, el técnico alineó a los más jóvenes, quienes demostraron que al fútbol se puede jugar sin temores, sin tantas amarras, con gran intensidad y corriendo mucho los 90 minutos.
Este ‘perfomance’, como diría Guimaraes, de paso retrata a la dirigencia que en la euforia de ayer robaba cámara y flashes: si en Costa Rica tuviéramos un mínimo de organización y previsión, este fútbol se mediría a sus pares del área sin ningún problema.
Lo que sucede es que tras el Mundial de Rusia escogimos la vía kafkiana, en la que el sistema se encarga de confundir, enturbiar, enredar y obstaculizar, sin que parezca que tal cosa sucede. Es un eterno laberinto, que en el largo plazo puede llevar a la pérdida de la cordura.
Queda claro que el talento y la calida de los jugadores siempre ha estado ahí. Los que administran el fútbol son los que han tomado malas, muy malas decisiones, como poner la preolímpica en manos inexpertas, como descuidar las ligas menores y como improvisar con dos técnicos antes del arribo de Suárez, quien tuvo momentos de verdadera confusión en el banquillo, por dicha enmendados cuando ya se estaba al filo de la navaja.
En medio del éxtasis por el buen juego de ayer y por el rumbo renovado de la Selección, hay que poner todos los talegos en la balanza, no vaya esta a inclinarse del lado equivocado por un exceso de actualidad, porque ello encubre las malas decisiones que se han tomado después de Rusia 2018.
Si nuestro fútbol no fuera kafkiano en su dirigencia, seríamos una selección temida y respetada en el área, y nos olvidaríamos de tantas penurias como las vividas en la primera vuelta de la octogonal.
Los jóvenes, ayer, sin pretenderlo, desnudaron una vez más a una dirigencia federativa que no ha estado a la altura y que encontrará en el repechaje su redención y ojalá entiendan que el fútbol de Costa Rica puede estar una o dos gradas por encima de lo que es hoy.
Visto lo visto, entre los enigmas del fútbol tico y la imposibilidad de leer a Frank Kafka: no hay ni un ápice de distancia.