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Marcelo Bielsa

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 22 DE JULIO, 2020-EL JORNAL). Si fuese profesor de periodismo y un estudiante me pone el título de esta columna, cuando mínimo le pediría que dejase de ir a unas cuatro clases, mientras investiga cuál es el arte verdadero de titular.

No obstante, cuando se trata de Marcelo Bielsa esa forma de titular muy a la europea cabe, en vista de que con solo evocar su nombre se viene un torrente de pensamientos, desde la obsesión por lograr el partido perfecto, como el hecho de que en la cancha se cumplan las predicciones con una precisión matemática.

No en vano a Bielsa lo apodan de cariño El loco, porque es una forma muy argentina de decir que es como un caballo desbocado cuando se trata de hablar de fútbol.

Jugador mediocre, que se retiró antes de cumplir los 30 años, porque ya sospechaba que lo suyo estaba en los banquillos y no en la grama directamente.

Entre ambos hay vasos comunicantes, pero no son lo mismo. Ello explica el por qué hay estrellas que una vez que se convierten en entrenadores son, en el mejor de los casos, de media tabla para abajo y por qué futbolistas de media talla terminan convertidos en auténticos líderes, al tiempo que van de éxito en éxito.

El éxito de Bielsa, sin embargo, es distinto. No solo se trata de obtener resultados, como el reciente ascenso del Leeds United, un equipo con 120 años de historia pero que debió purgar 16 temporadas en la Championship, lo que equivale a decir la segunda categoría.

Bielsa es el prototipo de entrenador que lo quiere abarcar todo: cómo está el césped, si el colchón en que descansan los jugadores entre los entrenamientos es el adecuado, si el futbolista utiliza el calzado debido, si el relacionista público puso la como justa en el cuarto párrafo del comunicado, y un largo etcétera, que con el paso de los años le gestaron de buena manera el mote de El Loco.

La suya es ya una escuela. La escuela del Bielsismo. En la que compite con el Menottismo, el Bilardismo, el Guardiolismo, el Cruyffismo y muchos ‘ismos’ más. No faltará un ‘influencer’ que venga a decirnos que el fútbol de Bielsa perfectamente se inscribe en el dadaísmo.

La mejor manera de medir a un técnico en un futuro quizá no sea como se hace hoy: solo por los trofeos alcanzados, sino más bien por la huella que deja, y Bielsa la ha dejado en Newells Old Boys, en las selecciones de Chile y Argentina, en el Atlethic de Bilbao y ahora en el Leeds United.

Señor Bielsa, es cierta aquella frase bíblica que tan bien ha envejecido a lo largo de los siglos: por sus frutos los conocereis.

 

*Periodista y escritor. Premio Nacional de Periodismo.

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