(MIÉRCOLES 21 DE JUNIO DE 2023-EL JORNAL). Ayer, en la conferencia de prensa, Luis Fernando Suárez, por primera vez, admitió una verdad que es como una catedral: el déficit de la Selección no tiene nada que ver con lo emocional.
El problema, el gran problema, es la pobreza futbolística que tiene la Selección y el gran responsable en este apartado es precisamente él.
No hay que poseer un doctorado en fútbol para darnos cuenta de que el equipo está mal conformado, mal alineado y luego mal dirigido durante el desarrollo de los partidos.
Lo de Luis Fernando Suárez no tiene retorno. La discusión, por lo tanto, ya no pasa por la cancha, sino por la dirigencia, que se mantiene en silencio porque le conviene.
Haber firmado al técnico antes del Mundial de Qatar 2022 por un período de cuatro años, ya con las falencias que se evidenciaban a raudales, fue un “error” enorme y ahora nadie asume la responsabilidad.
Dicho más directamente: lo de Luis Fernando Suárez ya no es futbolístico, sino político. Quienes lo sostienen son los que deben explicar a la afición las razones por las que han reincidido en tantas y tan reiteradas malas decisiones.
La Selección Nacional ha sufrido en los dos años del señor Luis Fernando Suárez una involución, a tal punto que hoy el equipo está a la altura de competir con Nicaragua, La Guyana Francesa, Puerto Rico, y no digo Martinica porque creo que en la Copa Oro demostrará que tiene más y mejor fútbol que Costa Rica.
Queda claro, entonces, que las deficiencias de la Tricolor no son un asunto psicológico ni emocional, sino estrictamente futbolístico, de ese fútbol de toda la vida, pero que la Selección es incapaz de practicar en una mínima expresión.
No nos engañemos más: con Luis Fernando Suárez no se llegará a ningún lado, excepto seguir exponiendo lo poco que queda del prestigio que tanto costó construir. Ecuador fue solo una escala más rumbo al despeñadero.
Luis Fernando Suárez tiene toda la razón razón: el problema es futbolístico y en este aspecto el equipo está fatal y él es el gran responsable, con la complicidad de una dirigencia que mira para otro lado.
