(LUNES 29 DE JULIO, 2024- EL JORNAL). A las primeras sombras, el aficionado manudo no resistió anoche y terminó por silbar a su propio equipo. No fue un acto masivo, pero se dieron los silbidos y por ende el cuestionamiento a la planilla que dirige Alexandre Guimaraes.
Si la afición de la Alajuelense hubiese pasado por el viacrucis del Cartaginés, ya no existiría la Liga, porque le hubiesen abandonado hace tiempo.
Se nota, en esos silbidos, lo frágil que tienen la piel los rojinegros y la ansiedad desmesurada de ganar el título número 31. Es muy temprano en el torneo para que una afición silbe a su equipo en la tercera fecha y máxime si ese club se mantiene en los primeros lugares.
Esos silbidos podrían ser un detalle, si no fuera porque en realidad Alajuelense no perdió, aunque el empate fuese con el recién ascendido Santa Ana, que venía de dos caídas consecutivas y sin anotar un solo gol. Fue un resultado con sabor a derrota, pero ese es otro cuento.
Al parecer, los liguistas dan por descontado que siempre tienen que ganar en el Morera Soto y eso no les será posible, porque el rival juega, sea cuál sea el equipo que visite dicho escenario.
Si en Alajuelense no manejan esa ansiedad en las gradas, ese eco poco a poco puede empezar a influir de manera negativa en el equipo, y es lo contrario a lo que buscan esos silbidos de los aficionados.
Extraña que una afición con tanta trayectoria y tan noble, tenga una piel tan delgada.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL