(JUEVES 10 DE NOVIEMBRE 2022-EL JORNAL). Los silbidos a Johan Venegas tienen dos ríos inequívocos: su bajo rendimiento y los caprichos de Luis Fernando Suárez.
Para efectos de hacernos una idea cuando se habla de rendimiento, hay que mirar el espejo de Joell Campbell, quien cada vez que se pone la camiseta de la Selección Nacional brilla con luz propia.
No es el caso de Venegas, quien además viene de un mal cierre de torneo con Alajuelense. Y si en medio está un entrenador que se niega a explicar, por cortesía de persona educada y culta, del por qué lo convocó y se refugia en su poco ingenioso, pobre e intrascendente “capricho”, no es sorpresa ni extraño que las aguas se hayan enturbiado.
El hincha tiene el legítimo derecho de manifestarse, y silbar a un futbolista es válido y entendible, aunque ese proceder no le guste al seleccionado.
Las cifras de Venegas y su aporte goleador, así como en la generación de fútbol, cuando ha tenido que desempeñar otras funciones, no lo respaldan.
Creo que, pese a todo, se había ganado un cupo para ir al Mundial de Catar, dado que el país no cuenta con muchas opciones para eso puesto de nueve puro o para que juegue por las bandas, o de enganche. Quizá esta funcionalidad hubiera sido suficiente para que Suárez explicara, de la forma más didáctica posible, el por qué de su convocatoria.
La arrogancia; no obstante, le pudo al técnico colombiano, y lejos de favorecer a su jugador, lo que hizo fue lanzar una cerilla al aire para que una afición disconforme tuviera las herramientas para afearle la noche en el partido de despedida.
El caso Suárez-Venegas es un claro ejemplo de cómo una comunicación mal empleada puede desatar un incendio donde no había razones para que saltaran chispas.
Y quienes hoy, o anoche mismo, se rasgaban las vestiduras de que eran innecesarios los silbidos a Venegas, descalifican de manera errónea al aficionado.
Venegas tiene la inmensa posibilidad de reivindicarse de cara a la afición y consigo mismo, pero para ello debe alejarse de revanchismos gratuitos y sin sentido, y dedicar a lo suyo: que es jugar bien al fútbol.