PALESTRA
(SANJOSÉ, COSTA RICA, 22 DE MARZO, 2016-EL JORNAL). No entró triunfal en burro. Llegó a La Habana a bordo de un pájaro blindado. No recorrió los cuatro kilómetros bíblicos por la tierra santa, pero voló por cuatro horas con una comitiva de más de 40 personas, después de 88 años de que un presidente estadounidense estuviera en la nación caribeña legitimando a un César tirano llamado Gerardo Machado..
El mandatario estadounidense, Barack Obama cumplió en Cuba, bajo intermitentes lloviznas y un cielo encapotado, sus dos días de ajetreada agenda con su homólogo cubano Raúl Castro, cuyos acuerdos de fondo no se conocerán todavía, aunque el fin del periplo, está claro.
La administración Obama ve en América Latina y el Caribe una oportunidad de oro para frenar los procesos soberanos e independentistas en países como Puerto Rico, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Bolivia, Brasil, Ecuador, etc., y, contener a la vez, la presencia de otros importantes bloques comerciales como China, Rusia e Irán, que impiden una visión única del mundo y restan credibilidad al hegemonismo de Estados Unidos.
De esta manera, para Washington, diplomacia y libre comercio van de la mano como medio insoslayable de lograr un fortalecimiento más profundo del programa mundial de los neoliberales desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo [OCDE], la Alianza del Pacífico y, quizá, intentar revivir una moribunda Área de Libre Comercio de las Américas ( ALCA).
La esperanza estadounidense a partir de la visita de Obama a Cuba y la firma de acuerdos con La Habana es incluir, sumar, y no restar credibilidad a la nueva estrategia con respecto a los movimientos sociales en América Latina, dejando al margen, eso sí, el levantamiento del bloqueo a la nación caribeña, la devolución de Guantánamo y la indemnización al pueblo cubano por los daños ocasionados en más de medio siglo de guerra encubierta, unas veces, y no tan encubierta, en otras.
Dentro del pragmatismo de la diplomacia estadounidense se ve que la “normalización” de relaciones con Cuba tal vez bajan los cuestionamientos de La Habana en importantes foros internacionales con respecto a las invasiones y saqueos en Irak, Libia, Afganistán, Siria, etc., así como en los intentos de Estados Unidos, junto a sus socios europeos, de modificar el mapa en Medio Oriente.
Sin embargo, se ve difícil que el gobierno revolucionario de la antilla mayor cambie de postura con respecto a esta crisis creada en Oriente Medio, y mucho menos posible parece que La Habana olvide la lucha de los independentistas de Puerto Rico o se silencie frente al nuevo “Plan Cóndor” desplegado por las élites tradicionales en América del Sur para subvertir y desestabilizar gobiernos como el ecuatoriano, venezolano, boliviano y brasileño.
Iluso sería pensar además que Cuba quedará al margen de la subversión financiada desde afuera, solo que ahora parecerá nacida desde adentro a partir de OGNs, organismos de derechos humanos, cámaras de comerciantes, exportadores y cuanta instancia aparente independencia y haga creíble la “Cuba post hermanos Castro”, como han dicho los mismo amigos de Obama.
Por eso me resultó sumamente simbólico el ramo de rosas blancas con que el gobierno cubano recibió a la familia Obama.. Recordó mi viejo colegio en la ciudad de Puntarenas que lleva el nombre del prócer latinoamericano, quien adelantándose a la visita de los Obama, con voz de poeta, profetizó: Cultivo una rosa blanca/En junio como en enero/Para el amigo sincero/Que me da su mano franca/Y para el cruel que me arranca/El corazón con que vivo,/Cardo ni Ortiga cultivo;/Cultivo la rosa blanca .
Por eso hubo rosas blancas. Por el eterno José Martí.
Periodista, abogado y notario UCR.