(SAN JOSÉ, COSTA RICA, LUNES 07 DE SEPTIEMBRE, 2020-EL JORNAL).‘Muchas veces le demuestro a mis jugadores que tengo la solución para darles confianza, pero en realidad no la tengo’: estas palabras son significativas porque las dijo Pep Guardiola y las recogió la serie documental ‘Todo o nada’.
El fútbol, como actividad profesional que es hoy, es cada vez más indescifrable. ¿Quién iba a prever el mal arranque de San Carlos con la excelente planilla que tiene? ¿Quién iba a imaginar que Jicaral, que se paseó con tranquilidad en sus dos primeros torneos en la Primera División, en tres juegos no haya conseguido ni siquiera un gol y ya se quedó sin técnico? ¿Quién iba a pensar que Sporting, con un equipo limitado, iba a cosechar 7 puntos en sus primeros cuatro juegos?
La verdad en el fútbol, como lo demuestran los hechos, también es relativa. Nadie tiene la bola de cristal para saber con certeza cuál es la mejor salida y todo entonces tiene que dejarse en manos del azar y la intuición, dos elementos que muchas veces se marginan más de lo necesario.
En un fútbol en el que la preparación física se equiparó sin importar los presupuestos, el que asume riesgos y sabe interpretar su realidad termina sacando ventaja cuando las condiciones se ponen difíciles.
Los que no tengan esa capacidad de lectura terminarán arrastrados por la inercia de los acontencimientos.
De ahí que ganar un partido y lanzar las campanas al vuelo como lo hace Hernán Medford tras la victoria ante San Carlos, al recordarle a la prensa que fue el mejor equipo de la segunda vuelta, sea un acto de vanidad y falta de cálculo.
Cartaginés, dice Medford, fue el mejor en la segunda vuelta del Clausura, pero olvida el técnico que, en el primer partido de la semifinal, Saprissa lo venció 4 a 0 y resolvió en 90 minutos la serie.
Los sabios en el fútbol –y no me refiero a Medford—terminan por poner la gota que derrama el vaso de la paciencia de los aficionados y del submundo del balompié en general.
Es mejor aceptar que hay muchos factores incontrolables y que solo sobre la marcha se vislumbrará la solución. En un destello se encuentra la respuesta pero para hallarla hay que estar en el lugar de los hechos y tener una claridad fina y exacta.
Lo demás son palabrerías. Ejercicios de retórica vacíos. Predicciones sin ningún sustento. Soñar despierto.
Si Guardiola dice que lo asaltan a cada paso las dudas y que muchas veces carece de respuestas concretas, él, que es considerado por muchos el mejor entrenador del mundo, es porque en el fútbol no todo es orden, medición, pizarra y matemática, sino que también el azar es un componente esencial y en el que no vale aquello que dijera Descartes: ‘Pienso, luego existo’.
John Lennon, que hasta donde sé nunca se interesó por el fútbol, le dejó a este una lección magistral que los sabios del fútbol deberían de tener en cuenta a la hora de lanzar sus inexpugnables informes: ‘La vida es lo que nos sucede mientras hacemos nuestros planes’. Nunca una frase se pareció tanto a un partido de fútbol.
*El autor es periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.