(LUNES 05 DE JUNIO DE 2023-EL JORNAL). El fútbol enloqueció y lanza millones al aire como si fueran confeti. El Chalsea invirtió 600 de euros en la ventana de invierno y en la recién temporada que concluyó no ganó nada.
Alajuelense es el mejor ejemplo en Costa Rica de que los millones no compran títulos.
Es una auténtica locura llenar los campos de millones de millones con el afán de que ello garantiza el éxito. FALSO. El PSG lleva miles de millones invertidos para ganar la Champions y solo la ha visto pasar de largo.
El Manchester City está a las puertas, no se sabe si la conseguirá, de ganar su primer Champions este sábado 10 de junio, pero para ello ha tenido que invertir unos 7000 millones de euros.
Es la danza de los millones con la falsa creencia de que eso garantiza buenos equipos y, por ende, títulos para llenar las vitrinas y así no funciona el mundo, aunque todo a punte a ello.
Los grandes, los verdaderamente grandes equipos, tienen una tradición que los sustenta. Es lo que llamamos los periodistas deportivos el ADN. Es la savia que sostiene la ilusión y la grandeza cuando flaquean las piernas por la presión.
En esa fiesta de millones que revolotean en el contexto del gran fútbol se olvida lo esencial: el valor de las ligas menores. Los grandes clubes son, en la mayoría de las veces, incapaces de sacar un jugador valioso en un lustro.
El ejercicio de hoy es comprar. Como en el mundo del arte se compra por etiqueta, sin determinar si la obra tiene un valor estético.
En ese callejón sin salida están prácticamente todos. Nadie se salva. Ni en el mundo ni en Costa Rica.
El mejor ejemplo de cómo eso no funciona son los famosos fichajes bomba de Alajuelense. La sola mención del nombre suena a chiste. Y los resultados no han sido coherentes con las inversiones.
Hay que entenderlo: el amor no se compra, como ya lo dicen los viejos y eternos boleros, y en el fútbol, por más millones que haya, estos tampoco compran títulos.