(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 23 DE SEPTIEMBRE, 2020-EL JORNAL). Sabuesos del área. Son una especie en extención. Ahora se habla pomposamente del falso nueve. Y al goleador de raza, a ese que quiebra hasta su propia sombra para llegar al gol, se le ha relegado a ser uno más en el terreno de juego.
De hecho me ha sorprendido el análisis que hace Alex Delmas en su canal de Youtube sobre la principales razones por las que Luis Suárez saldrá del Barcelona: su aporte en defensiva, sí, en defensiva disminuyó de manera considerable tras la temporada de 2018.
El análisis de Delmas es bueno, serio y bien documentado, pero lo sorprendente es que ya no se juzga a Suárez, más allá de los exámenes de italiano, por su poder ofensivo, sino por cuánto aporta al convertirse en el primer hombre que intenta recuperar la pelota.
Con ello se olvida que el arte de un entrenador consiste en sacar de sus futbolistas lo mejor en el puesto más adecuado, pero marginar a un goleador, el tercero en toda la historia del Barcelona, detrás de Messi (704) y César Rodríguez (232), con 198 solo porque ya no es el que mejor defiente, indica que el fútbol que conocimos ya no existe o va al despeñadero.
Es una lástima porque los goleadores son esos tipos, torpes en muchos ámbitos de la vida, pero cuando se trata de ir por una anotación son capaces de mover cielo y tierra, y de sacarse el truco más inesperado para que la pelota termine en la red.
Lo traen en la sangre. En sus genes. Es una vocación igual a la del pintor que imagina y ve mundos donde los otros solo encuentran nubarrones. Los verdaderos goleadores son artistas. Artistas en toda la extensión de la palabra. Son Picassos en el área. Y dan la impresión de que nunca mueren.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.