(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 25 DE AGOSTO, DE 2020-EL JORNAL). No solo en Cartaginés hay fantasmas como parece hace tanto tiempo. También los hay, y de varios colores, en Alajuelense, que tras la derrota ante Guadalupe volvió a despertar dudas sobre su técnico Andrés Carevic.
Lo que sucede en la Liga es una larga cadena de contratiempos e infortunios, en especial aquel en el que perdieron el título a segundos de conseguirlo frente al Herediano, tras la mala salida de Adonis Pineda, que lo condenó al ostracismo durante todo un torneo, y quedó al equipo tocado hasta el día de hoy.
Pese a ello, los manudos tienen que comportarse como un equipo grande, con amplias metas y no tener como único objetivo el título 30, por el que han ido en los últimos siete años por la calle de la amargura.
El gen ganador debe ser ihnerente al equipo rojinegro, pero mostrar dudas y desesperación cuando apenas se han disputado dos fechas del Apertura, lo que hace es alejar todavía más a ese ansiado título.
Solo desde la serenidad y el norte claro se pueden conseguir los objetivos en cualquier campo de la vida y el fútbol no es ajeno a ello.
Así que las voces que pidieron, luego del 1 a 0 contra Guadalupe, la cabeza de Carevic lo hacen desde el fanatismo, y entiendo que el aficionado está para sufrir, llorar y festejar sin importar la circunstancia, pero las mentes pensantes del liguismo tienen que apartarse de de esas posiciones.
Los espejos en el fútbol internacional de algo han de servir. Alguien puede explicarse cómo un club de la magnitud del Barcelona, con el mejor jugador del mundo en sus filas, puede estar en semejante crisis.
Las precipitaciones, las improvisaciones y el actuar con el corazón obnubilidado, y no con el raciocionio que demanda la ocasión, lleva los equipos a callejones sin salida.
Y en tiempos de pandemia es lo que debe evitar cualquier equipo y sobre todo uno como la Liga, que goza de una hinchada que es uno de sus mayores patrimonios.
Si tenían tantas dudas con Carevic, debieron haberlo cesado antes de empezar el campeonato y no ahora, porque despedirlo en un torneo tan corto como el actual, es jugar al fijo de la navaja y convocar a todos los fantasmas que desde hace rato deambulan por los pasillos rojinegros y empiezan a tomar un cariz de aguafiestas sempiternos.
*El autor es periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.
