(VIERNES 14 DE FEBRERO, 2025-EL JORNAL). El VAR llegó al fútbol de Costa Rica con las premisas de que lo iba a mejorar desde el punto de vista arbitral y que a partir de ahí, el balompié iba a ser más justo.
Ni una cosa ni la otra. Dos ejemplos frescos. Yostin Salinas golpeó de forma peligrosa a Creichel Pérez, quien terminó en el hospital, y siguió jugando como si nada. Solo vio una tarjeta amarilla. ¿Y el VAR, dónde estaban los señores del VAR? ¿ De vacaciones? ¿Estaban haciendo la siesta?
Ayer en el estadio Fello Meza a Jeikel Venegas le cometieron un panal clarísimo, para el que no se requería VAR. Cualquier árbitro de Tercera División hubiera visto, con suma claridad, que aquello era penal. Que no admitía ninguna discusión. El VAR, omnipotente, llamó al juez Keylor Herrera y se invalidó el penal en una decisión que no tiene explicación.
El portero Alfonso Quesada arremetió de tal forma contra Venegas, que salió lesionado. ¿Qué vio el VAR para anular el penal, ni Dios lo sabe?
Se vive un momento muy bajo del arbitraje, con deficiencias en las apreciaciones, tanto en el campo como en la famosa sala VOR, donde nadie, realmente, sabe qué ocurre.
Debo decir, además, que olvidé resaltar que las líneas del VAR en Costa Rica son curvas. Lo cual es un desafío para los matemáticos.
Se juega con fuego. Anoche era un partido de la temporada regular, pero un penal invalidado como el que le hicieron a Venegas en una final, y esto es independiente de que esté el Cartaginés de por medio, puede ser motivo de reacciones indeseadas en el fútbol.
Faltan directrices y falta liderazgo en la Federación Costarricense de Fútbol para tener un manejo del arbitraje más profesional, empezando por el estatus que al día de hoy le niegan a los árbitros.
Mientras tanto, hay que ir a buscar árbitros extranjeros para que dirijan la Comisión de Arbitraje: esta es una contradicción del tamaño de una catedral.