(LUNES 27 DE FEBRERO 2023-EL JORNAL). Ni la Liga ni Saprissa tienen suficiente planilla para hablar de que pueden conformar, sin mayores contratiempos, un equipo b, que pueda enfrentar en ciertas jornadas el desafío del campeonato nacional.
El primer experimento en el Clausura lo hizo Jeautin Campos en el Eval Rodríguez ante Santos y los morados no se vieron del todo bien y apenas cosecharon un empate. Y llamó la atención, porque esa rotación se hizo al comienzo del certamen, más por una disposición del técnico que por un desgaste real de sus dirigidos.
Ayer en el Lito Pérez, Alajuelense salió con seis variantes y el equipo que vimos apenas cumplió, sin que en ningún momento marcara grandes diferencias con su rival, que tenía en el banquillo al asistente, tras el despido de Alexánder Vargas.
La Liga dejó afuera a Leonel Moreira, Alexis Gamboa, Celso Borges, Josimar Alcócer, Suhander Zúñiga y a Aarón Suárez y el equipo notó sus ausencias, por más que el entrenador Andrés Carevic quiso justificar esas ausencias al aducir que los jugadores necesitan descanso.
No fue la súper Liga la que vimos en la gramilla de la Olla Mágica, sino más bien a un equipo que acusó profundidad y buen juego, y observamos a un plantel con un techo no muy alto.
Por lo tanto, las experiencias de Saprissa y la Liga evidencian que los jugadores que usualmente están en el banquillo no están a la altura de los estelares. Un fenómeno similar ha experimentado el Cartaginés de Paulo César Wanchope.
Queda claro que hablar de equipos B en Costa Rica, hoy, es una simple y bella ilusión, pero sin ningún asidero en la realidad.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FxD y EL JORNAL
