(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 16 DE MAYO, 2018-EL JORNAL). Las palabras hablan por nosotros. Las palabras nos retratan. Y eso es lo que sucede en los discursos de Herediano y Saprissa: a partir de ellos se puede medir el estado de ánimo de uno y otro equipo, y en este campo el club morado va adelante por una cabeza, como diría el famoso tango magistralmente interpretado por Gardel.
Finalizado el primer encuentro con el consabido 1 a 1, Jafet Soto volvió al tema de los arbitrajes y aunque en esta oportunidad tiene razón porque ese balón centrado por Daniel Colindres ya había salido, lo cierto del caso es que eso le sirve más como excusa que como argumento para explicar el rendimiento del equipo rojiamarillo.
En la otra acera, por el contrario, Vladimir Quesada y Víctor Cordero están en lo suyo: centrados en los aspectos técnico y tácticos. Y resulta que una y otra visión se transmiten. Si Herediano continúa en esa lógica de justificar su rendimiento en el arbitraje, esa será su principal distracción y se le convertirá en una especie de boomerang que puede acabar con sus aspiraciones.
Mientras tanto, la mesa está servida para que Saprissa en su cancha y con su afición saque ventaja de los aspectos netamente futbolísticos, porque en los otros, en particular en los psicológicos, parece que hace rato se posesionó un paso adelante.
Aunque el fútbol de hoy depende de tantos factores que un pequeño detalle, y sobre todo en una final, puede hacer la gran diferencia, ninguno de los adversarios se puede dar por vencedor.
Fuera de la cancha, a nivel discursivo, los morados transmiten un mensaje de mayor seguridad, confianza y convicción. Veremos el domingo, entonces, qué balance se da entre palabras y acción, y si, como tanto lo han repetido los científicos de las neurociencias en los últimos años, las palabras nos sirven para anticiparnos a la realidad.
*El autor es director del periódico EL JORNAL y coautor de La Gran Hazaña