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Lo perdí todo por el alcohol

 

alcoholismo

 

 

 

 

 

 

Motivado por nuestra primera historia, don Jorge C nos envía este testimonio, que compartimos en esta noveda sección de EL JORNAL

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 17 DE NOVIEMBRE, 2016-EL JORNAL). «Mi nombre es Jorge y soy alcohólico…

Hoy, por la gracia de Dios, no he consumido nada que contenga alcohol. Por el licor perdí un hogar, perdí un trabajo en el banco, perdí el trabajo en un colegio privado, en la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS). Todo por el alcohol. Empecé a tomar a los 11 años, en la fiesta del matrimonio de mi hermana. Mi vida, por un largo tiempo, fue de pura fiesta. Cuando se cansaron de mi alcoholismo, seguí la fiesta.  Dejaba a la esposa sola, porque la fiesta seguía. Los Molinos, La Galera, La Cabaña, El Miraflores, .etc., etc., etc., eran mis salas de consumo de guaro.  En la barra no había miseria, la miseria estaba en la casa, porque no había dinero para comida.

Pasaron los años y sin un futuro, me echaron de la casa de don la suegra a la calle: tuve que vivir con mis papás y condenado a pagar una pensión y sin trabajo, me dediqué a las ventas clandestinas para poder subsistir, pero el alcohol siempre fue mi fiel compañero.

Un día una fuerza interior y la voz de mi madrecita, ya fallecida, me hizo poner los pies en la tierra. Asistí a un grupo de Alcohólicos Anónimos, a terapiar, bueno estuve un tiempo, pero yo era un hombre sin futuro.

Un día me decidí a estudiar para ser algo en la vida. Fue un gran paso. Estudié y me gradué en periodismo. Ya hace diez años que puedo decir: Mi nombre es Jorge y por la gracia de Dios, tal y como lo concibo, no he probado nada de licor en este día.

Hoy en día tengo un trabajo estable, y mujer, de la que me divorcié, aunque vive con otra persona, es mi amiga. Mis hijos y nietos se sienten orgullosos de ver mis notas en los periódicos y de escucharme en radio, porque me he recuperado

Me gradué en el año 2003 y nadie creía que yo era periodista. No podían creerlo. Había dado un gran paso y no me creían. Prueba de ello fue que a la graduación solo fue un buen amigo mío. La confianza en mí se había perdido. Hoy, ya he recuperado esa confianza. Mi Dios y mi familia me apoyan, y yo, como agradecimiento, trato de llevar el mensaje al alcohólico que aún sufre».

Jorge C, desde Cartago, Costa Rica.

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