(JUEVES 09 DE NOVIEMBRE-EL JORNAL). El técnico Mauricio Wright justifica la derrota ante Herediano por una supuesta falta contra Kevin Briceño en el gol de José de Jesús Godínez, pero la realidad del equipo brumoso es más profunda y va mucho más allá de un mal arbitraje.
Cartaginés, al día de hoy y durante toda la temporada, es un equipo sin personalidad y sin liderazgo y sin un juego claro. Ni cuando estaba Paulo Wanchope ni ahora Wrigth.
Es, además, un equipo inconstante. Hoy hace un muy buen juego y mañana es un once irreconocible. En el fútbol y en la vida, la constancia es fundamental para alcanzar objetivos.
El club blanquiazul sigue teniendo problemas en defensa, en el mediocampo carece de un creativo que sea capaza de hacer un pase entre líneas, con excepción de Keneth Cerdas, que no juega, y adelante no tiene la contundencia de otros tiempos, con un Marcel Hernández que no es ni la sombra del jugador que fue hace tres temporadas.
Con un panorama así y eliminado del Torneo de Copa y de la Copa Centroamericana de Concacaf, al Cartaginés, rescatado por Leonardo Vargas de las cenizas de la desaparición, le queda solo el campeonato nacional, pero a este paso está lejos de lograr el cetro.
Los brumosos Cartaginés cometen demasiados errores, algunos de ellos básicos, como por ejemplo el de ayer, cuando Christian Martínez regala una pelota en salida que no terminó en gol de milagro. En un equipo que aspire a ser campeón, este tipo de situaciones jamás se pueden dar.
Al coraje que transmite Wright hay que ponerle fútbol, porque sin fútbol no se va a ninguna parte, aquellos discursos de que somos fuertes mentalmente, de que hay actitud, de que hay hormonas, son, literalmente, del siglo pasado y están más que superados.
Trabajo, trabajo, trabajo: mucho trabajo, para corregir la jugada una y mil veces hasta que salga bien, para que luego la puesta en escena emule, en alguna medida, los entrenamientos. Lo demás, son discursos que se los lleva el viento.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
