(LUNES 26 DE AGOSTO, 2024-EL JORNAL). A pesar de que el técnico Vladimir Quesada salió en defensa de Mariano Torres al decir que le dio continuidad a la jugada y que varios miembros del cuerpo técnico del Cartaginés no estaban en la zona que les correspondía, lo del capitán del Saprissa es injustificable desde cualquier punto de vista.
Torres lanzó un pelotazo una vez que el balón ya estaba afuera y además tuvo un gesto inadecuado para con el técnico brumoso Greivin Mora. Le costó la expulsión, aunque la reacción cuando recibió la roja fue algo así como, si no he hecho nada.
La acción de Torres no solo era innecesaria, sino que fue temeraria, porque si se hubiera topado con un cabeza caliente en el banquillo blanquiazul, la situación habría ido a peor y al caos.
No es la primera vez que Torres quiere estar por encima del bien y del mal. Y tampoco es la primera vez que tiene comportamientos absolutamente inaceptables, como en la Supercopa, que empujó a un línea sin que ello haya tenido consecuencias.
Grave lo que hizo Torres y grave la justificación de su técnico. Debe ser Saprissa el primero en ponerle coto a todos los afanes desproporcionados de su mediocampista, porque ese uniforme debería respetarse por la historia que encierra.
Justificando ese tipo de actitudes, que solo llevan a situaciones inadecuadas, no se va a ningún lugar y es una lástima que un buen futbolista sea recordado por sus salidas absurdas en lugar por su talento.
Lo del sábado pasado no fue a más, gracias a la mesura del banquillo cartaginés y a la serenidad de que hizo acopio Greivin Mora, de lo contrario, se habría armado la cámara húngara, con consecuencias imprevisibles. Mal, muy mal, Mariano Torres y peor el técnico, que de paso, intentó justificarlo.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
