(LUNES 03 DE FEBRERO, 2025-EL JORNAL). Sigo esperando los beneficios del VAR. De las muchas promesas que traía, la más importante, aquella de la justicia, hoy está más que disipada, no queda ni un halo de humo.
El videoarbitraje hace que los fallos en la cancha sean iguales o peores a su aparición. Me quedo con esta segunda opción, porque antes era el criteiro del central el que prevalecía para bien o para mal y como bien cuenta el maestro del periodismo deportivo en AS, Santiago Segurola, luego vinieron los líneas, después el cuarto árbitro y finalmente el VAR. Siete u ocho personas pedientes de las acciones y no hay una real mejoría. Y se da en partido de alto vuelo como el del Espanyol contra el Real Madrid, como en el de Santa Ana-San Carlos.
En ambos se dieron fallos groseros, que pasaron por las lentes del VAR. ¿Dónde está la justicia? El VAR es un juguetito más para complicar al fútbol. Si quieren tecnología hay dos posibilidades que pueden no interrumpir y ayudar, como son la tecnología del gol y la del semiautomático del fuera de juego.
A partir de ahí, todo lo que se diga son versos al aire. Como las promesas sempiternas de los políticos que no se preparan y que en la era de Trump saben que con amenazar, el uso de un lenguaje soez y los insultos llevan agua a sus molinos.
No, no, no, no: el fútbol no necesita el VAR. En el caso costarricense, este VAR tiene «líneas curvas», un nuevo sistema que serán los matemáticos y los arquitectos los que tendrán que desentrañarlo.
Al contrario de lo que se piensa, el fútbol lo que requiere son goles, emociones, que la creatividad de los jugadores vuelva a aflorar, a técnicos que los preparen, que los orienten, que los corrijan, tras los partidos, en aspectos puntuales, pero que el día grande, el día del encuentro, los anime a manifestarse, a mostrar sus mejores virtudes en función de un objetivo colectivo.
Como eso no sucede, vemos partidos cada vez más predecibles, aburridos, larguísimos, y si encima de todo ello se introduce el VAR, eso equivale a meter un barco en una iglesia antes de la misa.