Las multas que recientemente ha impuesto el Tribunal Disciplinario de la Federación Costarricense de Fútbol, a raíz de algunas declaraciones de dirigentes y futbolistas, son una barbaridad y los afectados deberían recurrir, de inmediato, a la Sala Constitucional, porque no solo coartan la libertad de expresión, sino que son un abuso absoluto.
No defiendo estilos de decir las cosas, allá cada quien con su cultura, pero multar a Yosimar Arias con un millón de colones porque no estuvo de acuerdo con el arbitraje, o ahora a Johan Condega porque criticó la actuación del árbitro en el juego de Santa Ana ante La Liga, se sale de toda lógica.
Los señores, todos, del Tribunal Disciplinario faltan al respeto a estas personas y se escudan en un artículo 44bis, como lo denominan, para ponerse por encima del bien y del mal.
Basta ya de tanta insensatez. ¿Cómo van a multar a Condega porque dio a entender que favorecieron a la Liga con no sancionar un penal a favor de Santa Ana? Y fue penal, si hubiera sido al contrario, lo pitan.
Dejémonos de hipocresías, señores del Tribunal Disciplinario, sean serios, que es lo que corresponde, porque con esas multas no ayudan en nada al crecimiento del balompié costarricense.
Que los clubes y los afectados, por favor, se defiendan. No es posible que se coarte la libertad de expresión porque a esos señores no les gusta que critiquen el arbitraje. Arbitraje que, por cierto, sigue siendo tan deficiente como antes de que viniera el señor Horacio Elizondo.
Esto de las multas es un abuso, una insensatez y un sinsentido absoluto. ¿O acaso estamos en la Edad Media y va a la hoguera todo aquel que no pienso como yo creo que debe pensar?
Una vergüenza lo que ocurre con las multas y debe pararse de inmediato.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL