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Las multas de la Unafut y el coronavirus

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 17 DE SEPTIEMBRE, 2020-EL JORNAL). Hay un viejo precepto que afirma que “el sentido común” es el menos común de los sentidos. Y no es un simple juego de palabras. Es una cruda realidad.

Me entero de que la Unafut sanciona al Cartaginés con un millón de colones porque dos de sus jugadores se abrazaron en el partido contra Limón luego de conseguir el equipo brumoso su segunda anotación.

¡Un millón de colones por un abrazo! Esto es una comedia salida del más pobre de los dramaturgos que en el mundo han sido. Ese dramaturgo se llama la Unafut. No me vengan con argumentos baratos de que así lo estipula el reglamento. Eso no cabe ni siquiera en el apartado de falta de sentido común. Eso es destruir el bendito sentido común.

En tiempos de pandemia, en los que los equipos no tienen ingresos por taquillas, cobrarles por un abrazo un millón de colones por un abrazo es un barbaridad y una estupidez.

El fútbol es un deporte que se convirtió en el más importante del mundo porque siempre tuvo la característica de que no solo era apasionante, sino también porque en él siempre primó la inteligencia.

No es el caso. Por lo visto, a la Unafut no le interesa la salud. Le interesa el dinero. Y en los tiempos que corren, tan turbios para nuestro fútbol, este ente debería de dar el ejemplo. ¿Quieren llamar la atención sobre los abrazos? ¿Por qué no cobran multas simbólicas si lo que interesa es corregir el proceder? ¿Multas de un colón? ¿Lo harán en nombre de la salud? Válgame Dios, los derroteros van por otros lados, ¿verdad?

Acaso por ese abrazo se pueden contagiar los jugadores. Si se pueden contagiar, jamás deberían de estar en la cancha.

Olvidan que el fútbol es un deporte de contacto desde tiempos inmemoriales. Así que ese cuento de que no pueden abrazarse es vergonzoso.

Medford reclamó ese cobro al Cartaginés tras el partido ante Jicaral y en esto lleva toda la razón. A los equipos hay que apoyarlos, protegerlos y proyectarlos, no tenerlos contra las cuerdas con cobros que no tienen ningún sentido, excepto el de llenar las arcas de la Unafut.

Ya basta de jugar a las escondidas. El fútbol tiene que estar dirigido por personas y grupos competentes, no por aquellos que aprovechan el más pequeño error para lanzar a la hoguera a los elementos de su entorno.

Ante este tipo de situaciones, los equipos de la Primera División deben exigir un trato distinto: es inadmisible que por un abrazo tengan que pagar un millón de colones. Es un sin sentido absoluto y un atropello al sentido común, al parecer desterrado de nuestro fútbol hace ya mucho rato.

 

*El autor es periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.

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