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Las enseñanzas del fútbol

(JUEVES 19 DE NOVIEMBRE, 2020-EL JORNAL).Hay un decir que afirma que hoy somos actores principales en la obra de teatro de la vida, que mañana si nos va bien somos espectadores y que al día siguiente estaremos frente al teatro suplicando que nos dejen entrar.

Y lleva razón dicha sabiduría popular. Basta con una mirada a tantas y tantas historias que surgen del fútbol. El caso más reciente es el de Joachim Löw, técnico de Alemania, y campeón con esta selección en Brasil 2014, donde le propinaron aquel inolvidable y arrollador 7 a 1 a la Canarihna.

Tras el 6 a 0 del España-Alemania por la Liga de Naciones de Europa, Löw está para muchos en la cuerda floja, lo que quiere decir que se encuentra en el mejor de los casos muy cerca de pasar de ser el protagonista principal a ser un espectador, y a medio paso de pedir que, por favor, lo dejen entrar nuevamente al teatro del fútbol.

Por eso es que este deporte, que nació en la clase alta inglesa y que después pasó a las clases trabajadoras, de donde han salido hasta el día de hoy los mayores talentos, se robó el corazón de multitudes, dado que no hay ninguna disciplina deportiva que se parezca tanto a la vida.

Y en ese enseñar, el fútbol establece reglas tácitas que guardan una gran fidelidad con lo que nos acontece como seres humanos. Por ejemplo, en el fútbol la magia como tal no existe. Existe el jugador que, de la aparente nada, se saca un conejo de la chistera y se gana el aplauso unánime de la concurrencia. En ese línea han estado los Pelé, los Maradona, los Garrincha, los Cruyff, los Beckembauer, los Bochini, los Alejandro Morera Soto, los Fello Meza, pero un equipo como tal no puede, todo, improvisar como se nos quiere hacer creer.

Es decir, si un equipo juega mal todo un año, o con serias deficiencias, no es lógico esperar que a la temporada siguiente tenga significativos avances si el estilo de juego es similar, si son casi lo mismos jugadores y si la mentalidad que la respalda es la misma de la temporada anterior.

Es lo que sucede con nuestra Selección de Costa Rica, que tuvo un 2020, oscuro, sin victorias, con rendimientos dispares, y todavía así hay optimistas que piensan que una vez se dé el pitazo inicial de la eliminatoria, la situación variará de manera radical.

Eso se llama tener fe. Y ya sabemos que la fe es subjetiva en un mil por mil. Es necesaria y válida, para creer en aquello que no vemos, pero en el fútbol a esa fe no estaría mal aderezarla con algunas gotitas de racionalidad. De ese coctel podría salir una visión más acorde con las circunstancias.

Y sí, el fútbol es una metafora perfecta de la vida: con sus luces y sus sombras y sus sueños a flor de piel.

 

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.

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