SER Y CRECER
Blanca Iris Marín / bmarin1803@gmail.com
(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 03 DE SEPTIEMBRE-2020-EL JORNAL). Las creencias son pensamientos que almacenamos en nuestro cerebro como verdades. Al nacer vemos la luz y comienza nuestro desarrollo aprendiendo a vivir en el entorno familiar. No elegimos nuestro nombre, religión, a cuál escuela asistir, en qué creer y en qué no creer. Los adultos nos enseñaron que es bueno y qué es malo, correcto e incorrecto, bello y feo, como comportarse, en sociedad.
Los niños creen en lo que digan los adultos, por lo que creencias inculcadas como: “no soy bueno, no soy capaz, no soy inteligente” nos hacen pensar que no merezco triunfar y no merezco ser amado.
Aunque no escogimos esas ideas, el romper con ellas causa, culpa, vergüenza y nos reprochamos una y otra vez el error cometido, juzgándonos de una forma cruel. Es por esa razón que vivimos nuestra vida llenos de miedo, fingiendo lo que no somos.
La mayoría de creencias son mentiras, y nos hacen sufrir al creer en ellas. Lo importante es identificar que estamos haciendo para agradar a los demás, aunque nos haga sentir mal, interiorizar ese comportamiento que tiene como base las creencias limitantes y darle vuelta para nuestro crecimiento personal.
Me despido con el pensamiento “Entre más me conozco, más me acerco a Dios.”
