(MARTES 05 DE JULIO, 2022-EL JORNAL). Conforme se acercan las horas para que comience el segundo partido de la final entre Cartaginés y Alajuelense, los ánimos se caldean y las cuentas no siempre salen, por lo que hay que recordar que, independientemente de cuál equipo gane, es solo fútbol, ese deporte que es lo más importante de lo menos importante, como ya dijera con sabiduría Arrigo Sacchi.
Se oyen voces de que algunos no estarían dispuestos a aceptar una derrota de Alajuelense, mientras que en las tiendas brumosas hay euforia por todos lados. En este contexto es de suma relevencia respitar un poco y pararse a pensar en que la vida continúa y que sea quien sea el vencedor, mañana no se acaba el mundo.
Es solo la magia de una pelota que corre en un campo y en el que hay 22 actores y una multitud de hinchas que sueñan con suspender por una hora y media la realidad y adentrarse en el túnel del fútbol, que hace que lo imposible sea realidad.
Ante la derrota, queda el humor y ya los costarricenses han demostrado tener un alto grado de capacidad para reírse de sí mismos, que es lo mejor cuando surge la amargura y la oscuridad.
Mañana del Morera Soto saldrá un campeón, pero si las aficiones logran comportarse a la altura y dar ejemplo de sensatez y mesura, también se llevarán un merecido trofeo a sus casas.
Es cierto que para la Liga esa 31 se le ha resistido demasiado y también es verdad que para Cartaginés ha pasado una eternidad sin ver un título nacional, pero en la balanza hay que poner la inteligencia, la trascendencia y el valor humano de todos y cada uno de los que estarán en el estadio y de los que posteriormente saldrán a festejar.
El respeto por el otro, es lo que hará grandes a ambas aficiones, incluso por su propio club, puesto que no hay un solo futbolista en el mundo que salga a un terreno de juego a perder.
Mañana, más allá de los errores y los aciertos de los equipos y de los árbitros, debe primar la vía de la razón y el entendimiento para que el vencedor festeje a lo grande y dé rienda suelta a su alegría, siempre con la claridad de que el atropello y los enfrentamientos son innecesarios y torpes.
Las aficiones de Cartaginés y Alajuelense tienen una inmesa oportunidad de dar un ejemplo al país, en momentos en que esta nación se desmorona por las incertidumbres, la inseguridad, el costo creciente de la vida y la falta de sanos liderazgos que arrojen luz en esta tiquicia feliz, aunque sea de forma ficticia e inverosímil.
Para el juego final de este miércoles, aunque hay mucho en disputa, no hay que olvidar, ni en un solo momento, que es solo fútbol, y nada más.