(MARTES 16 DE NOVIEMBRE, 2021-EL JORNAL). Aunque a la eliminatoria le falta todavía casi la mitad de los partidos, Costa Rica se jugará esta noche ante Honduras su última carta, pues un empate sería poco y una derrota vendría a ser lapitaria.
La Selección llegó a la octogonal tras una serie de desaciertos dentro y fuera de la cancha, y corregir sobre la marcha es un desafío que ni siquiera manejan bien los equipos grandes del fútbol europero y suramericano, por lo que sería extraño que la Tricolor sea la excepción.
No se juega bien y para corregir esa situación se requieren muchas horas de entrenamiento, que los jugadores se conozcan a la perfección, que estén en su mejor momento, que desarrollen complicidades futbolísticas entre ellos, en fin, que ello demanda un grande esfuerzo para que se vea compensado sobre la gramilla.
Con seis puntos, seis goles en contra y cuatro a favor, en siete encuentros disputados, el rendimiento habla por sí solo.
Y lo visto ante Panamá, Honduras, Jamaica, El Salvador, Estados Unidos y Canadá ofrece poco para el entusiasmo. ¿Cómo hacer que estos jugadores se transformen de la noche a la mañana? ¿Cómo hacer para que el equipo juegue de memoria? ¿Cómo hacer para que se desarrollen pequeñas sociedades letales para el adversario?
Tiempo, tiempo, tiempo: eso es lo que la Selección necesita y es lo que no tiene. Encima de todo, parece que el técnico Luis Fernando Suárez cada vez parece más resignado, quizá a sabiendas de que no hay mucho que hacer y admitiendo de paso que no conocía nada de lo que ocurría en el seleccionado nacional.
El deporte de alto rendimiento, y el fútbol en particular, es de mucha exigencia y no se puede andar con el traje del conformismo siempre, porque para lograr grandes metas es preciso mucho trabajo, y en este caso Costa Rica tiene un déficit casi insalvable.
De modo que el partido de esta noche contra Honduras es un desafío al límite relativamente temprano en la eliminatoria, en la que se apunta, en el mejor de las situaciones, al repechaje.
Una lástima que estas sean las circunstancias que prevalecen alrededor de la Selección, porque el aficionado merece disfrutar, ilusionarse y soñar con que es posible asistir al Mundial de Catar 2022.
No obstante, si se hace un ejercicio realista, habrá falta el rosario y la estampita de la Negrita de Los Ángeles para guardar esperanzas.
Y hoy, Costa Rica se juega prácticamente su última carta para mantener ilusiones en la contienda y una ventana abierta en Navidad.