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La torpeza de la afición saprissista con Bryan Ruiz

(LUNES 17 DE OCTUBRE, 2022-EL JORNAL). La noble y leal afición morada dejó pasar un momento glorioso en el último clásico: cuando pudo despedir de pie y con un aplauso unánime a Bryan Ruiz, optó por silbarlo.

Estaban todos los ingredientes para que el capitán manudo viviera un instante inolvidable, porque el partido ya estaba resuelto, así como la serie, y porque Ruiz merecía una despedida que en 30 segundos le diera la vuelta al mundo.

No obstante, la dilecta afición saprissista escogió el camino equivocado y lo que pudo redondear la noche terminó en silbidos sin ningún sentido, en nombre de una rivalidad que en ese  momento no valía.

Ronaldihno, después de una magistral actuación en el Barbabéu, el 16 de noviembre de 2005, terminó aplaudido por la afición madridista que incluso sacó pañuelos por su memoria juego, que perdió el equipo local 3 a 0.

Joaquín Sánchez, del Betis, ha sido ovacionado casi todos los estadios de España, por lo que representa para el fútbol español. Algo similar ha pasado con Luka Modric.

La nobleza está por encima de la rivalidad.

El fútbol también debe saber transmitir valores. Que no piensen sus detractores que de verdad son 22 jugadores corriendo como salvajes detrás de una pelota.

El fútbol es arte. Es estrategia. Es música. Es humanidad. Y Bryan Ruiz hubiese atesorado ese instante como uno de sus mejores recuerdos. Luego sale el presidente de Saprissa, Juan Carlos Rojas, y dice que le tienen una placa al diez manudo. Después de lo ocurrido, suena ridículo el homenaje.

La respetable e incomparable afición morada dejó pasar un momento de gloria para sí misma y prefirió silbar. Razón llevaba don Pepe cuando decía: “Para qué tractores sin violines”.

 

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