(VIERNES 09 DE AGOSTO, 2024- EL JORNAL). Acaba de dar una conferencia de prensa Osael Maroto, presidente de la Federación de Fútbol, en torno a la salida de Gustavo Alfaro de la Selección Nacional y la sensación que deja es que no aprendieron la lección.
Y la lección es muy sencilla: tanto este Comité Ejecutivo como algunos que le precedieron en la escogencia de entrenadores, solo se han centrado en elementos técnico-tácticos de la persona elegida, sin hurgar, ni siquiera de pasada, en el ser humano que está detrás de esa máscara de entrenador.
Y por eso, a las primeras de cambio, esos técnicos se han marchado, porque ponderan el mercado y el bolsillo, y ningún factor que los ligue, más que el dinero al país.
Ya me dirán que si es un extranjero así debe de pensar y no necesariamente debe ser así. Si un entrenador viene convencido de que él junto a sus colaboradores puede poner al fútbol costarricense un peldaño más arriba con trabajo y profesionalismo y está verdaderamente seguro de que lo puede lograr, es posible que valore otros aspectos más allá de los financieros.
Y si fuera un técnico nacional estoy seguro que esta discusión ni siquiera sería necesaria, pero tal parece que todo lo nuestro, lo que huele a tierra tica, está fuera de toda consideración por parte de Maroto y el Comité Ejecutivo que preside.
En ese sentido, entonces, es probable que, a diferencia de lo que dice el adagio popular, Costa Rica vuelva a tropezar con la misma piedra. Es aquello de la locura que mencionaba y que tanto se cita, Albert Einstein, de que no es viable esperar resultados diferentes si las cosas se siguen haciendo igual.
De modo que, después de escuchar a Maroto hablando más de media hora sobre la salida de Alfaro, es probable que vuelvan a repetir esquema y que la Selección continúe sirviendo de trampolín a técnicos extranjeros.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL