(LUNES 17 DE ENERO, 2022-EL JORNAL). Leo con asombro y estupor que San Carlos, que ayer le ganó a Saprissa, es, según los calificativos con que lo tratan en La Nación, un equipo al que poco le falta para que lo comparen con el Barcelona de Cruyff o el Barcelona de Guardiola.
Veo, con asombro y estupor, que hizo “el partido de sus sueños”, al tiempo que puso en escena “el partido casi perfecto”.
Asombro, asombro, asombro, y este no es un estribillo de un triste y pobre bolero. Es lo que me produce comprobar que en un medio tan importante como La Nación, el criterio ha perdido prestigio.
Mario Benedetti hablaba del “ejercicio de la crítica” para abordar el mundo. Para entender la comarca. Para ir de lo local a lo universal. Para poner en perspectiva la obra de sus colegas. Y siempre pensé que ese era el camino de un periodista: el ejercicio del criterio.
Por eso, también, siempre pensé como lo dijo alguna vez Manuel Vicent, cronista y escritor español, que la adjetivación es todo un arte. Para bien o para mal, un adjetivo ligero puede hacer mucho daño.
Hoy, sin embargo, un equipo como San Carlos hace un partido bueno frente a un Saprissa flojo, sin mayor norte, y pareciera que hubiese jugado la Naranja Mecánica de Rinus Michels en el Estadio Nacional.
Se supone que los periodistas tenemos una responsabilidad extra: estar una grada por encima del aficionado, privilegio ganado con base en una rigurosa y continua formación, pero parece que esta línea cada vez es más difusa. Somos, a veces, la gradería de sol, como diría Beto Cañas.
Si la prensa, y aquí me refiero en general y no ya en particular como las líneas que anteceden, es incapaz de analizar los fenómenos en su justa dimensión, lejos de orientar, lo que crea es confusión y falsas expectativas entre sus lectores y espectadores.
Tengo la imprensión de que el criterio ha perdido prestigio y trascendencia, porque ahora los medios están a la misma altura de las redes sociales, donde como ya lo sugiriera Umberto Eco, cualquiera puede creerse Borges, Nietzsche o Camus, mientras se toma su cerveza en la esquina del bar y cree que con sus expresiones grandilocuentes da cátedra a todo el mundo.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FxD y en EL JORNAL