(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 12 DE MAYO, 2017-EL JORNAL). El Ram Luna celebró el pasado jueves 4 de mayo su 50 aniversario, convertido en el mirador más famoso de Costa Rica, y en un lugar de referencia del folclor nacional.
Para la ocasión, Gilbert Ramírez y su esposa Moraima Aguilar, junto con su familia, invitaron a distintos amigos, quienes a lo largo de la historia han compartido los momentos felices o aquellos en los que los caminos parecían cerrarse.
Vestido con la elegancia de siempre, ese jueves 4 de mayo, Ramírez recordó cómo era el lugar al que llegaron aquel jueves de 1967.
Caminos difíciles, sin acceso a luz eléctrica y sin una clientela consolidada, en el Ram Luna quedaba todo por hacerse, pero la pareja sabía que aquel era el sitio siempre visualizado y, por lo tanto, el elegido para echar a andar una ilusión que medio siglo después brilla entre los miradores más importantes del país, el cual ha sido visitado por turistas de las más variadas procedencias del mundo.
“La gente de hoy abre un restaurante pero con todo ya hecho. Para eso compran una franquicia y ya. Eso sucede porque no tienen un valor que es muy importante: el valor de la perseverancia”, comentó Ramírez.
A esa perseverancia que le permitió a don Gilber y familia pasar de atender a un cliente en todo un día o en la semana entera, se le une la hermana gemela: la paciencia.
Y en ese entorno de esfuerzo, lucha y visión de que el porvenir siempre iba a ser mejor, nacieron Daniela, Michelle y Gabriel, los tres hijos del matrimonio. Los tres colaboran en la administración, dándole al centro esa esencia familiar que lo caracteriza.
Luego vinieron los nietos, hoy testigos de que en el Ram Luna las estrellas parecen estar al alcance humano.Y el restaurante ha sido escenario para bautizos, casamientos, inolvidables tardes de baile, declaraciones amorosas y reuniones internacionales, siempre con la inigualable vista del Valle Central.
Como parte de su proyección en la zona, en el Ram Luna trabajan empleados de Acosta y Aserrí, y los artesanos de este cantón tienen una vitrina inmejorable para vender sus productos.
Desde hace 20 años las Noches de Tierra Tica son una fiesta del folclor, la cocina tradicional y la cultura nacional, lo que ha convertido el espacio en uno de los más demandados en el país por parte de los turistas de los más lejanos países del orbe. En principio y por muchos años, el anfitrión fue el propio don Gilber, quien pasó la antorcha a su hijo Gabriel.
De esta manera, lo que empezó como un pequeño sueño y una aventura con pocos asideros, es hoy una muestra inequívoca de que la perseverancia y la fe mueven montañas.