ENTREGA 12
POR CARMEN C.
(VIERNES 05 DE MAYO 2023-EL JORNAL). Isabel, a finales de la década de los años setenta cuando recién iniciaba sus labores profesionales, conoció a Raúl, su compañero de oficina, un hombre de mediana edad, ojos color café, alto, de contextura delgada, piel blanca, alegre y simpático.
Raúl se convirtió en su mejor amigo y confidente todas las tardes durante los cinco días de la semana al terminar el horario de trabajo tomaban juntos unas copas en cualquier bar capitalino; mientras pasaban las horas conversando de diferentes temas.
Raúl le contaba de experiencias de amor vividas con algunas mujeres; cuidándose siempre de no entrar en detalles y dejando claro que ninguna de ellas había dejado huellas que le causaran sufrimiento a su corazón; ella le escuchaba con la cabeza recostada en su hombro y le correspondía describiendo con nostalgia los acontecimientos recientes de su desilusión amorosa, también disfrutaba esas tertulias describiendo con lujo de detalle cada uno de los episodios de sus aventuras y romances pasados que le traían alegres y divertidos recuerdos que revivía y representaba con tanto ahínco y pasión que sus anécdotas parecían grandiosas novelas de amor.
Así, poco a poco, Isabel fue desnudando su alma y su corazón y revelando hasta el más íntimo secreto a su amigo Raúl, quien se le insinuaba en varias ocasiones y le comentaba sus deseos de tener una compañera para caminar juntos despertar, en sus brazos una buena esposa a quien amar y que lo convirtiera en padre, ver crecer a sus hijos y nietos y envejecer juntos como sus padres y abuelos.
Isabel, aunque creía en el amor, no mostraba el menor interés porque el matrimonio no formaba parte de sus planes quería ser libre, deseaba tener un hijo, pero no un esposo, ella decía:
–No quiero un hombre a mi lado, amo la libertad, quiero prepararme mejor obtener una maestría, además creo que un niño puede ser muy feliz y disfrutar de sus padres sin necesidad de que los dos vivan juntos, espero encontrar un buen hombre que cumpla con mis expectativas para ser el padre del hijo o hija que quiero.
Eran colegas, amigos y compañeros que terminaron siendo amantes sin complicaciones con visitas a un cuarto de hotel una vez a la semana, eran felices, con eso se conformaban. Los fines de semana cada uno tenía su vida, Isabel compartiendo con sus amistades y Raúl en San Carlos visitando a sus padres.
Dos años más tarde, Isabel quedó embarazada y le fue difícil describir las emociones encontradas que tuvo que enfrentar en ese momento, sentía el despertar de la maternidad y estaba feliz y fue entonces cuando se llevó la decepción más grande y triste de su vida al afrontar una realidad inesperada ante la actitud de Raúl, quien reaccionó fuera de si solicitándole se fuera inmediatamente de su lugar de trabajo antes de que su embarazo se notara, hasta entonces, Isabel descubrió que en San Carlos lo esperaba una compañera de vida, tal y como él quería y ella también esperaba un hijo suyo.
La felicidad de ser madre le dio las fuerzas suficientes para continuar con su vida, era una mujer madura, inteligente y con gran positivismo, no se aferraba al sufrimiento, aunque se reprochaba el hecho de que había confiado demasiado, se había comportado como una completa ingenua, sin darse cuenta de que los fines de semana Raúl compartía su tiempo con una mujer que confiaba y creía en él, al igual que ella.
Isabel a nadie le comentó lo ocurrido, pero todos sus compañeros lo sabían, era inevitable por el ambiente de hostilidad que se respiraba en la oficia cuando los dos estaban cerca.
La actitud impredecible e inesperada de Raúl le basto para comprender que estaba sola, lo malo fue que se dio cuenta un poco tarde de que Raúl no era el padre soñado para su hija.
–Sé que voy a perder a una gran mujer, a un gran amor, a muchos amigos, pero por el momento ella me necesita más – Dijo- Antes de marcharse para siempre de aquella oficina.
Raúl cambió muchas veces de lugar de trabajo, y, como si fuera Abraham, el fundador de las 12 tribus de Israel, también tuvo muchos hijos, pero su infidelidad no le permitió ser feliz.
En cuanto a Isabel, siempre se ocupó y le dio el primer lugar a su hija, quien encontró en su abuelo la figura paterna, y ella, aprovechando el apoyo y la aceptación de su familia, continuó con sus labores profesionales y se preparó para obtener la maestría que había programado tiempos atrás.
Así es mi querida amiga, como Isabel, he tomado malas decisiones, me he equivocado muchas veces, pero ante las adversidades, perdonando y perdonándome, con amor, pasión y positivismo, he encontrado motivos suficientes para continuar, sin olvidar de agradecer cada día por el maravilloso don de la Vida.