NOVENA ENTREGA

Por Carmen C.

(DOMINGO 09 DE ABRIL 2023-EL JORNAL). Durante su tiempo de estudio Julia había hecho suyo un voluminoso Árbol de Higuerón, ubicado a tan solo 100 metros del patio de la Casa de Adobe. Debajo ese corpulento árbol recostada sobre el césped, sin mesita, ni silla, aquel rincón se convirtió en su espacio de estudio, protector y abrigo en las madrugadas frías y en el refugio predilecto para su meditación espiritual, en él Julia se sentía más cerca de Dios.

El día en que Julia trataba de terminar de analizar la Teoría de Mao Tse–tung  escuchó una voz que le dijo:

–Hablemos—

Entonces se levantó, buscó a su alrededor, pero no logró ver a nadie, a su lado solo percibía el perfume del césped fresco y la brisa del viento frío del alba que acariciaba su cuerpo ; y aquellos pajaritos de pecho amarillo que revoloteaban de rama en rama mientras que otros, a lo lejos, se acercaban  a las nubes con alas semejantes a las del Ángel de la Guarda,  que tiene su tía en la pared de la habitación de sus hijos.

De repente escuchó nuevamente la voz –Hablemos— En aquel momento caminó hacia el final de la finca, dejó su mente divagar, reconoció su tristeza, se sentía solitaria y  frágil, le invadían   recuerdos del pasado,  lloró   y camino de vuelta, a buscar protección en su refugio, y extendiendo los brazos al cielo y cerrando sus ojos dijo:

—Debo alejar de mí estos sentimientos —-

Regresa a su rincón, toma el lápiz y escribe:

Querida amiga:

Es cierto que me sentí muy vulnerable, apagada, sola, afligida, pero soy fuerte y estoy orgullosa de haber aprendido a vivir con limitaciones y esperanzas, además agradecida por las oportunidades y experiencias de la vida, y soy feliz con lo que he logrado hasta el momento.

–No piense mal—Querida amiga.

Siempre he superado las adversidades, usted lo sabe, somos iguales y este ramalazo del día de hoy solo fue una pequeña crisis, usted sabe que amo lo que hago, amo la vida,  y soy consciente de que el tiempo corre, y  mi tiempo ha de ser bueno, me daré los gustos que merezco, sin restricciones, ni condiciones, y sin amantes fugaces, tendré un verdadero amor y juntas  recordaremos  estos minutos de desasosiego y ansiedad como martillazos que llegaron a mi mente queriendo robarme la paz, pero soy la única responsable de mi futuro y conozco  qué tan alto puedo volar.

Entonces, un día recordaremos que después del árbol estaba el cielo y siempre en el cielo las aves alegres disfrutando de su libertad, sin preocupaciones trayendo con su trinar esa armonía inmensa que se asemeja a las melodías de un viejo violín…y ahí bajo el árbol, como águila a punto de levantar el vuelo, también se encontraba Julia con sus sueños, deseos y esperanzas a las que nunca renunció.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí