(SAN JOSÉ, 25 DE NOVIEMBRE, 2017-EL JORNAL). “En todos nosotros hay una formidable intuición de vida” cuenta Magda Hollander-Lafon, sobreviviente de cinco campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, en una entrevista con EL PAÍS, en la que resalta la importancia de que los jóvenes se percaten del valor de estar vivos y de la importancia de luchar.
Autora del recién libro publicado “Cuatro mendrugos de pan”, la escritora, nacida en Hungría en 1927, y que estuviera en los campos de concentración nazis en mayo de 1944 y abril de 1945, o sea, a sus 17 años, narra las ansias de vivir que hay en cada ser humano.
“En los campos de concentración, todo el mundo quería vivir, se aferraba a la vida. ¡Tantas personas —niños, jóvenes, adultos, ancianos— desaparecieron…! Pero hasta el último aliento quisieron seguir viviendo. Auschwitz-Birkenau era un lugar de muerte en el que cada uno se agarraba a la vida”.
Estuvo recluida en Walldorf, Ravensbrück, Zillertal y Morgenstern, además del campo deAuschwitz-Birkenau.
Hoy, a sus 90, años reside en Rennes, Francia, país en el que ha compartido su extraordinario testimonio de vida con miles de jóvenes.
La madre y la hermana de Hollander fueron asesinadas en un campo de concentración, situación de la que ella tuvo conciencia en aquel momento. A la pregunta de qué la salvó de ese infierno en el que perecieron millones de judíos en manos de los cómplices de Adolfo Hitler, Hollander-Lafon, responde: “Me salvó la bondad de algunas personas. Y hacerme preguntas. Aun en los peores momentos yo me hacía preguntas sin parar, hablaba sola, le hablaba a mi cuerpo, a mis pies, a mis manos, y cuando los guardianes nos pegaban casi no sentía los golpes”.
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