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La metamorfosis de Vinicius

(LUNES 13 DE SEPTIEMBRE, 2021-EL JORNAL). En Brasil, cuando se pronuncia el nombre de Vinicius no se remite al futbolista del Real Madrid, no, porque surge de inmediato la imagen del poeta Vinícius de Moraes, ese enamorado del amor hasta la locura, al punto de que se casó nueve veces, dejó innumerables versos de amor y desasosiego, así como la irrepetible “Chica de Ipanema”.

De aquel Vinícius, cuya mayor debilidad eran las mujeres, a tal punto que los amigos decían: no le presentes a Vinícius tu novia, hablaremos otro día, pero hoy toca aludir al Vinicius del Real Madrid, ese joven vilipendiado por la crítica por sus torpezas reiteradas a la hora de definir.

Hugo Sánchez, leyenda viva del Real Madrid, lo había dicho en una entrevista: imagino a Vinicius trabajando muchas horas extras para mejorar la definición.

Y parece que Vinicius, sin darse cuenta de ese comentario, hizo conciencia de su realidad y se puso a la faena, consiguiendo un arranque de liga extraordinario: cuatro goles en cuatro partidos, aunque en los dos primeros entró de cambio y tuvo pocos minutos.

El camino de Vinicius interesa porque puede servir de espejo para los jóvenes jugadores costarricenses, quienes muchas veces carecen de capacidad de goleo, pero no buscan mejorarla; o para aquellos laterales que llegan a la línea final pero nunca aprenden a centrar, o para aquellos lanzadores de tiros libres, que de 20 uno va al arco y sin mayor trascendencia.

La clave de la metamorfosis de Vinicius, que en lugar de amanecer un día convertido en un bicharejo, como le ocurrió al Gregorio Samsa de Franz Kafka, es una: trabajo, trabajo, trabajo.

El ejercicio de ese trabajo lleva implícito un eco: el eco de la repetición. Es magistral esta técnica olvidada en estos tiempos líquidos, como los llamó el sociólogo polaco Zygmun Bauman, porque es a través de ella que se logra la excelencia.

El arte de la repetición no solo sirve para el fútbol. Funciona casi en todo. Es usted un desastre escribiendo: lea mucho y escriba mucho, y con el tiempo el milagro de la sintaxis, de la gramática, de la retórica y de los hallazgos en el lenguaje aparecerán como por arte de magia.

Y eso es lo que ha hecho Vinicius: escuchar a los que saben, y máxime ahora que se topó en el banquillo con ese viejo zorro de Carlo Ancelotti, que ya cuando jugaba con el Milan de Arrigo Sacchi empezaba a robarle secretos a su mentor.

Hoy Vinicius ha hecho mérito suficientes para sentarse una tarde en alguna playa de Río de Janeiro a esperar que aparezca la Chica de Ipanema, esa a la que el otro Vinícius le dedicó aquellos versos inolvidables: “Mira qué cosa más linda,

                                                                   más llena de gracia

                                                                  Es esa muchacha, que viene y que pasa

                                                                  Con su balanceo, camino del mar”.

Camino del mar. Camino del gol. Un día sin darse cuenta Vinicius Jr. se despertó convertido en un bicharejo goleador y hoy lo celebran los amantes del buen fútbol por todo lo alto.

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez

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