(VIERNES 15 DE MARZO-2024-EL JORNAL). El mayor mal del fútbol de Costa Rica en la actualidad es la falta de gol. Todos los equipos de la Primera División tienen esta carencia.
Herediano, Saprissa y Alajuelense han demostrado con creces esta carencia en la Copa de Campeones de Concacaf.
No es un mal menor, por el contrario, es un problema del tamaño de una catedral, pero no veo que haya un plan para contrarrestar esta deficiencia. Desde hace mucho tiempo se instauró en el fútbol internacional y en el nuestro, el preparador de guardametas, pero no hay especialistas en preparar a los delanteros, al menos en el balompié costarricense.
Maestros sobrarían: Jorge Manuel Gugui Ulate, Evaristo Coronado, Víctor El Mambo Núñez, Alejandro Alpízar y Randall El Chiqui Brenes, para mencionar solo a unos pocos.
Ayer, en el juego Alajuelense-New England Revolution quedó más que evidenciada la diferencia entre uno y otro equipo: la Liga tuvo cuatro cinco opciones y anotó un gol, los estadounidenses contaron con una oportunidad y terminó en la red en los pies de Giacomo Vrioni.
La diferencia parece sutil, pero es brutal. Este es el alto nivel. Solo si estás en este nivel se puede competir, pero anoche Jonathan Moya siguió errando de cara al caro, lo mismo Joel Campbell y Johan Venegas.
El ‘casi, casi’ es una distorsión costarricense, en el gran fútbol no existe. Si el balompié nacional no es capaz de dar un paso adelante en la definición, seguiremos de espaldas a la realidad.
“Goles son amores y no buenas razones”, asegura el dicho popular, y no es solo un decir. Por eso el gol es caro, muy caro en el mercado internacional.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
