(JUEVES 31 DE OCTUBRE, 2024-EL JORNAL). Aunque este Alajuelense no es un equipo arrollador, tiene dos características esenciales en el fútbol moderno: el espíritu de equipo y la capacidad de resistir.
Está claro desde siempre, que el fútbol es un deporte colectivo, pero esto no siempre se entiende y las individualidades procuran estar, muchas veces, por encima del bienestar común.
Frente a Antigua, la Liga sufrió para superar a un equipo con ideas claras y con un afán en el que a cada jugador se le saca el máximo de sus capacidades.
Esto hizo que hasta el minuto 95, en el juego disputado anoche en el estadio Alejandro Morera Soto, existiese la gran incertidumbre de si los manudos pasarían o no a la final.
Los guatemaltecos fueron mejores en la generación de fútbol que los rojinegros en ambos partidos y si no consiguieron una anotación fue porque en el último instante carecieron de la contundencia necesaria o se toparon con un Leonel Moreria extraordinario.
En ese tesitura complicada, con un equipo que multiplicó sus virtudes, Alajuelense supo resistir, aunque esto no sea muy estético, pero sí práctico. Jugar al filo de la navaja tiene también sus méritos.
No creo que sea el tipo de balompié que le gusta a Alexandre Guimaraes, pero lo que sí hay que resaltar es que en la propuesta estratégica, en las dos batallas que significaban la semifinal, la Liga fue mejor.
Cuidado que no es un detalle menor, pero ello, si se contrasta con el desarrollo de los juegos, deja claro que los chapines hicieron una serie fantástica, porque pusieron contra la pared en buena parte de los 180 minutos a los costarricenses.
Una Liga que sabe resistir: ese es el retrato del equipo de Alexandre Guimaraes hoy.
* Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL.