(LUNES 04 DE DICIEMBRE-EL JORNAL). Entiendo que el partido de Alajuelense ante Herediano agotó la capacidad creativa de los creadores de memes, que sacaron una bandera blanca en atención a que no podían más, dado que ese giro dramático de pasar de lo sublime ante el Real Estelí al ridículo frente a los florenses, hubiese sorprendido al propio Nostradamus.
La Liga, como se observó en el Coyella Fonseca, se quedó vacacionando en Estelí y sus jugadores fueron una caricatura de sí mismos en la sede rojiamarilla, lo que propició que Herediano aprovechara a las mil maravillas la desconexión rojinegra, que pudo haber sido castigada, incluso, con más goles.
De lo sublime a lo ridículo hay una delgada línea roja y los manudos la traspasaron peligrosamente el sábado 2 de diciembre, y dejaron la serie al filo de la navaja.
Herediano, con Jafet Soto como hombre orquesta –no imagino a Florentino Pérez invadiendo el terreno de juego para discutir con un árbitro en un Real Madrid-Atlético—no hizo nada distinto, para que no me vengan a decir que fue un efecto del cambio de entrenador.
Caer en ese análisis es empobrecer la realidad. Y la realidad lo que dicta es que Alajuelense renunció inconscientemente a su serie: no ganó un solo duelo individual, perdió en el juego aéreo, el mediocampo deambuló siempre y en ataque ni siquiera inquietó a Aaron Cruz. Sin competir, es imposible salir indemne de un campo de juego profesional.
La Liga podía perder la serie, pero solo después de haber sido superada por un mejor trabajo táctico, estratégico y por virtud del Herediano, y no porque su equipo, insisto, se quedó en Estelí admirando el paisaje y las costumbres de los nicaragüenses.
Enorme deuda la de Andrés Carevic para el próximo sábado, porque, no se puede pasar de lo sublime a lo ridículo en tan solo cuatro días.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
