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La lapidación

CUANDO CAE LA TARDE

Guiselle Rivera

 

El atardecer maravilloso, con aires navideños, nos motivó a mi hija  y a mí a reposar   en mi cuarto, en busca de una película para relajar el pensamiento, sin saber entonces que el filme encontrado nos llevaría completamente a lo contrario,  pues  enmarcada en un pueblo musulmán la película nos presentaba las escenas de una cultura diversa, cuyas costumbres religiosas permiten el castigo  de delitos  a través de la lapidación.

 La Lapidación de Soraya está basada en un libro del fallecido periodista franco-iraní Freidoune Sahebjam 1933-2008, la película documenta las palabras de Zarah la tía de la protagonista,  quien lo  reta como  periodista a grabar su voz, recordándole que las mujeres en su aldea Kapuyeh no son escuchadas ni tienen valor alguno en la toma de decisiones.

Soraya es una madre de  poco menos de cuarenta años, quien tiene dos niñas pequeñas de quizá 5 y 3 años, y dos jovencitos de  8 y 12 años aproximadamente, quien es acusada falsamente de adulterio por su mujeriego esposo, para lograr que sea  condenada a la  Lapidación y librarse de ella para desposar una prostituta de quince años llamada Mary.

Las vivenciales escenas van enseñando el abuso de poder de su marido, quien al tener cierto estatus en la comunidad logra que las autoridades legales y  religiosas en amparo al falso testimonio de  un  viudo mecánico , sostengan  la difamación de  que la mujer le sonrió al  mecánico y le habló palabras que solo se le dicen al esposo,  lo cual fue suficiente para la condena a muerte por  lapidación.

Durante veinte minutos son presentadas las fuertes imágenes de cada pedrada que Soraya recibe, mientras ha sido enterrada  hasta la cintura, en la plaza pública, amarradas sus manos y puesta a la vista  de toda la comunidad,  donde impactan  sus dos hijos, quienes al igual que su padre, su esposo, y todos los hombres de la comunidad, la  hieren a pedradas  y la hacen desangrar  lentamente hasta morir.

El llanto ahogado de mi hija, y una tremenda sensación de angustia invadía por completo mi pensamiento, mientras analizaba los elementos presentados en la película, calumnia, difamación, abandono, desvalorización de la dignidad humana,  adulterio y muerte. De alguna forma, me resultó imposible no relacionar todos esos elementos con mi propia vida, y caer en la cruda realidad de que la lapidación humana no es solamente un delito bárbaro que se comete en otras culturas.

Y es que hay tantas formas de lapidar a una persona, cuando sin el menor de los respetos la colocamos en el banquillo de los acusados y disparamos hacia ella, inventando chismes en su contra, juzgando su vida sin piedad, acusándole faltas que no ha cometido, asegurando situaciones que nunca vimos, o bien inventándole culpas que ni siquiera imaginó tener, solo para justificarnos por nuestra mala relación con ellas. En ese momento estamos lapidando  su dignidad humana.

Pero la diferencia quizá, es que cuando se realiza una lapidación con piedras de verdad,   la agonía después de varias horas termina en la liberación de la muerte, mas en cambio cuando  las piedras son emocionales  estamos asesinando almas y honor, pero el cuerpo y la mente deben reinventarse y seguir viviendo.

Y es que ciertamente el respeto  hacia los demás,  se ha ido perdiendo y aunque nos creamos menos barbaros que otras sociedades, en la vivencia de los derechos humanos vivimos violentando la paz, la armonía y la felicidad de muchas personas ya sea  en nuestro trabajo, nuestra comunidad o bien  hasta en  nuestra familia.

Por ello con la sensibilidad abierta al máximo, le  invito a observar la película y a reflexionar sobre ella  en la importancia de no cargar las piedras de la envidia, la discordia, el chisme y la difamación, para lograr una cultura  más justa, más honesta y más  humana en el trato hacia los demás.

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