(LUNES 24 DE ENERO, 2022-EL JORNAL). El Comité Disciplinario de la Unafut tiene que investigar de inmediato la denuncia realizada por Marcel Hernández sobre los insultos que asegura le profirió su colega Mariano Torres.
De acuerdo con la versión difundida, Torres le dijo a Hernández “que era un cubano de mierda y un muerto de hambre”.
Por más que en un campo de juego existan reglas distintas a las del mundo real, si lo que dice Hernández es cierto, Torres debe ser investigado y castigado si se comprueban los hechos.
Es muy grave que Torres, que hoy es inmigrante como Hernández, lo descalifique de esa manera y pase de la provocación al insulto.
Provocaciones en un partido hay por doquier. Suceden siempre. No es nada nuevo, pero ir más allá de lo que representa esa lucha en el campo, es un error mayúsculo.
Aunque hay que confirmar los hechos, sería extrañísimo que Hernández salga a dar semejantes declaraciones solo por llevar agua a sus molinos.
Por ende, Torres debe cargar con la responsabilidad de lo que dijo. Al lado de ello, Hernández denunció lo permisivo que fue el árbitro David Gómez, no solo al mostrarle solo a él tarjeta amarilla, sino que no tuvo la personalidad para imponerse ante una situación tan delicada.
Reitero que una situación es querer sacar ventaja en un enfrentamiento verbal, teniendo en cuenta de que de por medio hay un partido, y que es una verdadera batalla por los tres puntos, y otra cosa es pasar a la ofensa personal y a descalificar porque en este caso Hernández es oriundo de Cuba.
¿Será que Torres piensa que Argentina es el paraíso terrenal y Cuba un país de mierda? En ese caso, habría que preguntarle a Torres qué hace en Costa Rica, y ¿por qué juega en un fútbol menor al argentino? ¿Por qué, con su talento, se roza con inmigrantes donde él sospecha que se pasa hambre?
Depende de la Unafut poner coto a este tipo de descalificaciones y ofensas, y a Mariano Torres pedirle disculpas públicas a Marcel Hernández, de lo contrario, se abre un portillo peligrosísimo en el fútbol nacional.