(JUEVES 01 DE JUNIO DE 2023-EL JORNAL). José Mourihno acaba de perder la final de la Europa League. No obstante, el juego ayer de la Roma ante el Sevilla es una clase magistral de estrategia.
Desde un principio, Mourinho sabía que su equipo era inferior y por eso, desde las conferencias de prensa que dio, empezó a gestar en sus jugadores la idea de que debían seguir un guion, sin dejar nada al azar.
Y el encuentro fue una partida de ajedrez, con un club ligeramente inferior, pero inferior al fin, que sabía de sus limitaciones, que tenía claro que todo cuenta, mientras sea lícito y respetuoso, para tratar de llevar la final hasta el último momento y ver, si en el camino, quedaba una opción para salir vencedor.
Cuando ya se vio contra las cuerdas, cuando ya sus jugadores estaban totalmente desgastados física y mentalmente, Mourinho se enfrascó en un falso enfrentamiento con Jordan, el mediocampista del Sevilla, y ahí se ganó algunos minutos y por poco termina rindiéndose a su adversario, con lo cual quedó más que claro que aquello era pura comedia.
La lección es que el partido va más allá de un esquema táctico, es como si en ese juego estuviera de por medio la sobrevivencia de todos y cada uno de sus futbolistas.
Y como si fuera un viejo general que va a terreno neutral a encontrarse con su rival, Mourinho incluye en su mochila, brújulas, espadas, ratones, paraguas, balones, historias, pensamientos: todo, como si fuera a darle la vuelta al mundo en 80 días y necesitase, en cualquier momento, el más extraño objeto para sobrevivir.
Ese hacer de Mourinho no fue suficiente para evitar la caída ante novel José Mendilibar en competiciones europeas, pero el portugués demostró que, como en la vida, hay que luchar hasta el final, sin conceder treguas, sin jamás claudicar aunque el horizonte esté demasiado nublado.
Una lección de estrategia que lo emparenta, aunque con estos haya una galaxia de por medio, con Napoleón, Maquiavelo, Churchill y Julio César, todos ellos grandes estrategas.
En síntesis: se puede perder, pero con dignidad y grandeza. En Alajuelense, y en especial Andrés Carevic, deberían tomar nota y ver la final de la Europa League de ayer, al menos, una decena de veces.