(LUNES 31 DE ENERO, 2022-EL JORNAL). Un amigo filólogo, que suele recurrir a la ironía perpetua para quitarle yerro a la vida, me dijo un día que cuando la gente de a pie se pare a diferenciar un ‘si’ condicional de un ‘sí’ afirmativo, el número de divorcios disminuirán, toda vez que el número de “síes’ ante el altar bajarán considerablemente.
No es un juego cantiflesco, sino más bien una realidad frente a lo que experimenta la Selección en la eliminatoria. Se obtuvo un punto de oro contra un México gris y pobre, pero un punto al fin, el cual servirá de mucho o de poco, porque todo depende de si Costa Rica es capaz de ganarle a la impredecible Jamaica.
En dos juegos, la Tricolor ha sumado cuatro puntos y ha recortado una unidad respecto a Panamá, que juega muy bien, aunque ha demostrado que tiene serios problemas en la definición.
Es un juego de espejos. Ya no se puede evaluar un partido, sino tres, como ha sido la tónica en esta eliminatoria rumbo al Mundial de Catar 2022. En otra oportunidad, un punto en el Azteca, en cualquier circunstancia, era para celebrar, como ocurrió en 1997, en aquel 3 a 3 que fue presagio del aztecazo de 2001.
Costa Rica demostró ayer un muy buen trabajo en fase defensiva, y aunque tuvo dos acercamientos, es un equipo al que le cuesta demasiado el desdoblamiento en ofensiva. Falta, evidentemente, trabajo, el que se perdió con las pésimas decisiones administrativas que han marcado este camino a Catar.
Así que ahora esta Selección y sus aficionados tienen que recordar aspectos elementales de gramática y que dicta que un ‘si’ condicional es tan distinto de un ‘sí’ afirmativo como el que hay entre el cielo y la tierra.
Y la Tricolor terminará en el cielo del repechaje si logra dar con la tecla en los partidos clave que se avecinan, empezando por lo que pueda ocurrir ante una Jamaica camaleónica e impredecible.
