(MARTES 27 DE SEPTIEMBRE, 2022-EL JORNAL). En el partido de la madrugada de hoy el marcador no era lo más importante, como parece ser luego de la remontada agónica de Costa Rica ante Uzbekistán.
Hoy, lo más relevante era ver el comportamiento del “equipo B” frente a una selección moderna, pero que no estaba plagada de atributos.
Interesaba más, por ejemplo, ver qué capacidad tenía la Tricolor de manejar el partido. Y hasta el minuto 91 el trabajo fue deficitario.
Imprecisiones, pérdidas de balón en salida, poca sorpresa por las bandas y serios problemas para frenar las transciones de los uzbekos.
Como laboratorio, el juego debió de resultarle de sumo valor al técnico Luis Fernando Suárez, quien a dos meses del debut frente a España, ya sabe que tiene un equipo titular y que después de ahí debe arar en el desierto.
De los que jugaron hoy, excepto Aarón Cruz, ninguno levantó la mano para afianzar su posibilidad de meterse en el equipo titular.
Costa Rica, hoy, dio la sensación de aquel equipo que juega con un reloj de arena, mientras que su oponente se mide con los parámetros del fútbol moderno: recibo, toco, y busco el marco contrario a alta velocidad y precisión.
La Selección nada de nada. La zona izquierda en defensa es un cupo que perfectamente puede ser subastado, porque su inquilino no está para la alta competencia, se limita a cumplir con serias dificultades.
El que se quede hoy con la finta del marcador, es porque le encanta jugar a la ruleta rusa.