(MARTES 13 DE SEPTIEMBRE, 2022-EL JORNAL). La polémica en Italia está que arde. Nadie en la Juventus de Turín quiere oír hablar del VAR. El juego Juventus-Salernitana, con empate a dos, pasará la historia como aquel en el que la ficción, de manera oficial, llegó al fútbol.
Al cierre del partido, los juventinos consiguieron el 3 a 2, pero el VAR internvino y pitó un fuera de juego de Bonucci, lo que invalidó el gol de Arkadiusz Milik.
Trazaron la línea. Un milímetro adelantado. Se sancionaba la acción porque el defensor bianconero había distraído al portero, aunque no rozó la pelota.
Polémica. Reclamos. Disgustos. Lo mejor estaba por venir, cuando la televisión itaiana mostró con lujo de detalles cómo el mediocampista AntonioCandreva estaba al fondo y habilitaba de maravillas el ataque de la Juve.
En ese momento, en que el VAR le pide al árbitro Matteo Mercenaro que invalide el gol, el cine, la ficción entraban al fútbol, y lo que vemos en el campo ya es otro deporte. Es el ojo del VAR el que vale. El árbitro, ya de manera oficial, pasa a ser un títere en el campo que se ‘come’ todos los insultos, las broncas y tiene que lidiar con 22 jugadores que siempre tiene razón, porque el que manda de verdad es el VAR.
Más allá de la ironía, lo sucedido es gravísimo. Si Nietzsche en 1804 decretó la muerte de Dios y causó un revuelo que llega hasta nuestros días, es tiempo de decretar la muerte del fútbol como lo conocimos hasta el domingo.
Lo que hay ahora es la burocracia del VAR. El imperio del VAR. La tecnología, por fin, cumple con su gran cometido de sustituir al ser humano. En adelante que mueran los poetas, los escritores, los cirujanos, los arquitectos, los pintores, no son necesarios, estamos en un Mundo feliz y cualquier enredo lo soluciona el VAR con su mirada única e imponente.
Ha llegado la ficción. El fútbol de Maradona y Pelé ha muerto. Es el juicio final. El tiempo apocalíptico está aquí, es hora de irnos a buscar otro deporte. El sueño se acabó.