(JUEVES 15 DE AGOSTO, 2024- EL JORNAL). Llegó la hora y el momento: no más especulaciones. De manera oficial se inauguró en Varsovia la era Mbappé, que traerá mucha alegría a los amantes del fútbol dinámico y lleno de goles y mucha tristeza a aquellos que viven de ilusiones narrativas como las que en los últimos años ha urdido el Barcelona.
Cara y cruz. Mientras Mbappé se asocia a esa pandilla de irreverentes con el balón como son Vinicius, Bellingham, Rodrigo, Brahim, Arda Güler y Valverde, el equipo azulgrana no ha podido ni siquiera escribir a su nuevo fichaje estrella: Dani Olmo.
Son maneras de ver el fútbol, pero sobre todo de gestionarlo: mientras Florentino Pérez maneja el Real Madrid con un sentido empresarial, Joan Laporta y sus predecesores controlan el Barcelona como un club de amigos, en los que hay que sonreír aunque mañana no sepan cómo pagarán las cuentas.
Y fruto de cada visión es el equipo que cada uno tiene. Barcelona apenas sobreviviendo frente a un Madrid pletórico en el ámbito deportivo y administrativo, mientras las 15 Copas de Europa reposan en sus vitritinas de manera silenciosa.
Habría que aprender mucho de ambos modelos. Uno para incorporarlo a la vida de los clubes nacionales con sus respectivas particularidades y realidades, y el otro para verlo pasar de largo, porque ese síndrome de grandeza sin asideros es peligroso, muy peligroso, tanto en el fútbol como en la vida.
El fútbol le puede enseñar mucho a la vida y viceversa. Es cuestión de hacer una pausa y determinar cómo se ve el mundo: con los colores blancos del Real Madrid o los azulgrana del Barcelona.
En medio de todo no olvidemos: acaba de comenzar la era de Mbappé.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL