(MARTES 26 DE SEPTIEMBRE-EL JORNAL). En el informe del juego Herediano-Liberia, el réferi Jesús Montero apunta que el cuerpo arbitral fue insultado por los directivos florenses Jafet Soto y Aquil Alí cuando intentan ingresar al camerino, lo cual ha sido desmentido por los dirigentes.
La denuncia que hace Montero, sin embargo, debe investigarse en todos sus alcances, porque de ser cierta, el comportamiento de los señores Soto y Alí no va con el estatus de un dirigente de Primera División.
Los insultos que deja entrever Montero, si se produjeron, son propios de aficionados y no de dirigentes y la situación por ende debería investigarse con suma seriedad, máxime que Soto actualmente integra el Comité Ejecutivo de la Federación Costarricense de Fútbol.
La dirigencia nacional, más allá de que esta denuncia pueda encontrar asideros, tiene que comportarse con altura en los muchos frentes que se abren alrededor del fútbol.
La Liga, por ejemplo, se equivocó cuando apeló la sanción que le impusieron de no utilizar el Morera Soto por los insultos racistas que se dieron en el clásico.
Y muchas veces la dirigencia, también, busca cómo minimizar el comportamiento de un entrenador o un técnico, cuando la primera sanción debería de surgir del club, para que de esa manera se demuestre con hechos, y no con palabras, de qué lado de la balanza está dicha institución.
En relación con los supuestos sucesos del Colleya Fonseca, ya es hora de que se respete a los árbitros, por lo tanto, es imprescindible que se aclare exactamente qué sucedió y si tiene que venir sanciones fuertes, que las impongan, porque es la única forma de salir del círculo vicioso en el que algunos tiran la piedra y, de inmediato, esconden la mano.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL