(MARTES 05 DE ENERO, 2021-EL JORNAL). El Clausura que se avecina ha de ser un torneo en el que los equipos costarricenses truequen el cálculo por el riesgo, a fuerza de darle al certamen un mayor brillo, y que de ahí salgan algunas luces que puedan alumbrar a la Selección Nacional.
Quien siga de cerca nuestro campeonato no tendrá ningún problema en reconocer que entre un 70 y 80 por ciento de los equipos salen al terreno de juego con la consigna de no perder.
En otras latitudes, cierto que con más recursos y facilidades, la aspiración es totalmente distinta: se sale al campo a ganar.
Pareciera que entre “no perder” y “ganar” lo que hay es una diferencia solo de significado, pero no es así. Es la disposición. Es la posibiidad de que el jugador se exprese. No sé si lo han notado, pero en el fútbol nacional se viene imponiendo una tendencia que es “jugar para atrás”.
Ya me dirán los tácticos y los estratégicos que en el fútbol todo es válido, y es cierto, pero que un equipo retrase un balón porque las cirunstancias lo obligan, a que cada vez que se ve presionado juegue hacia atrás, es muy distinto.
Aquel jugador encarador, que arriesgaba la pelota por una finta, una gambeta o una pared para intentar quedar de cara al gol, hoy es difícil de observar en nuestra Primera División.
Así que el Clausura, que comenzará el miércoles 13 de enero, es una oportunidad inmejorable para que el balompié nacional vuelva sobre sus mejores pasos, con una preparación de primer mundo, y, sobre todo, con grandes objetivos, de forma que nutra al seleccionado, que tiene como aspiración máxima llegar a Catar. Jugar a no perder o jugar a ganar, la diferencia parece sutil, pero es profunda, y entre ambas hay una distancia como la que hay del cielo a la tierra.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.