Rafael A Ugalde Quirós
(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 09 DE JUNIO, 2015-EL JORNAL). El 17 de enero de este año la Federación de Fútbol de las Islas Vírgenes Estadounidenses anunciaba su ambicioso” proyecto goal”, con la presencia del Presidente de la Concacaf y Vicepresidente de la FIFA, Jeffrey Webb. Es una región, como otras muchas, donde el balompié apenas es conocido por “oídas”, pero desde que el argentino Julio Grandona – fallecido el 4 de julio de 2014- y el suizo Josep Blatter hicieron “yunta”, se propusieron llevar este deporte a los más recónditos lugares del mundo.
A Grandona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino durante los últimos 35 años, algunos periodistas de Argentina acaban de atribuirle el “genial” sistema acogido por Blatter para, por un lado, generar y controlar el poder dentro de la FIFA, aumentando el número de votantes, y por otro, desarrollando efectivamente la disciplina en naciones que antes carecían de alguna opción futbolística.
Cierto o no, “Proyectos Goal” hay a lo largo y ancho de América Latina, África e Indonesia, por cuanto la FIFA- tampoco puede negarse- es un poder paralelo y a veces hasta por encima de la guerra en Ucrania o en el Medio Oriente y del mismo Fondo Monetario Internacional, el Banco Europeo y el famoso G 7, que por estos días sus miembros bebieron cerveza a lo loco y se reunieron en Alemania para socar clavijas a Rusia, sede del mundial 2018 y víctima innegable de una refinada nueva “guerra fría”.
La Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018 se realizará por primera en esa inmensa nación y por primera vez además en una república del Este europeo del 14 de junio al 15 de julio de 2018. La competencia de 2022 será en Qatar, primera lid mundialista que se organiza en Oriente Medio. ¿Ya vamos entendiendo la trama?
Ambas designaciones se hicieron no sin antes escuchar la candidatura de Estados Unidos y los respectivos cabildeos diplomáticos y deportivos para alzarse con alguna de estas dos sedes. Pero este sistema de la FIFA y los votos de Sur y Centroamérica, del Caribe, África y Asia dieron al traste con los empeños norteamericanos.
Lo anterior significó un durísimo golpe a los intereses comerciales no solo de multinacionales del refresco y las comidas rápidas, sino a los “trusts” encargados de televisar las competencias, confecciones de ropa deportiva, construcción de infraestructura, organización de partidos amistosos, etc.
Solo para poner un ejemplo: los grandes consorcios de la “información mundialista”, que históricamente estuvo a cargo de grupos estadounidenses, para Rusia y Qatar tendrán que negociar con empresas y empresarios independientes de Washington.
Y como solo el dinero de la Unión Americana tiene un “origen limpio” hay miedo que el proveniente de Rusia y Qatar llegue sucio y manche a los pobres y honrados bancos estadounidenses.
Así, bajo esta nueva modalidad de la FIFA las empresas norteamericanas quedaron al margen incluso de la organización de los partidos amistosos de las selecciones “renqueadas” por dicha federación.
La designación reciente de Estados Unidos de la Copa América en 2016 no tranquilizó para nada a los estadounidenses. Ellos quieren que a Rusia y Qatar les quiten las sedes. El paso siguiente será controlar ese pozo de petróleo llamado FIFA.
En estos días de arduas investigaciones del FBI, infiltrados y esfuerzos en favor de la ética en los grandes negocios vienen a mi las palabras del mafioso Al Capone, cuando decía a sus muchachos: maten solo cuando haya fracasado la justicia. ¡ Oh Al Capone: en materia de algunos negocios parecías juez más que mafioso!
Periodista, abogado y notario UCR
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