(MIÉRCOLES 31 DE ENERO-2024-EL JORNAL).
Por el título no crea que voy a escribir sobre ese noble y simpático animal el burro o la burrita. Hoy van a conocer otra burra.
Hace algunos años cuando nuestra amada Costa Rica era más campesina, más campo, y nuestro producto número uno era el café, casi todas las familias cuando se acercaba fin de año y ya llegaba el verano, nos preparábamos para recolectar el grano de oro. Los niños y jóvenes ansiábamos que salieran las clases para ir a coger café. Desde luego, los adultos también lo hacían, y a los peones, las cogidas de café les permitía llevar un poco más de ingresos a sus hogares, ya que se llevaban toda la chiquillada a los cafetales.
Pues bien, algo de lo más bonito de ir a coger café, era disfrutar de la sabrosa burra a las 8 de la mañana, cuando sonaba el segundo sirenazo de la hacienda, primeramente la sirena sonaba a las 6 a.m. para el ingreso al trabajo, luego a las 8 a.m. para el desayuno o la burra, luego a las 10 o 11 a.m. para el almuerzo, a las 2 p.m. para el café de la tarde y a las 4 p.m. para la salida.
Pues la burra era como decimos, un gallito compuesto por arroz y frijoles (gallo pinto), acompañado con una torta de huevo, un picadillo o rodajas de papas achotadas y una tortilla, algunos le ponían fideos o macarrones, todo en el recipiente respectivo o envuelto en hojas de plátano, acompañado por un café o una deliciosa agua dulce.
Esa era la famosa burra, sabía a “gloria” ¡Qué sabrosura!