(VIERNES 12 DE AGOSTO, 2022-EL JORNAL). Cartaginés vive en las antípodas: en la gloria o en el infierno. No sabe de términos medios. Sigue último en el grupo B y en la tabla general también. Peor no pudo comenzar el campeón nacional.
En medio del desierto, los errores arbitrales se multiplican y ayer sufrió un penal y una expulsión que no eran, lo cual no es un dato menor, porque cambió por completo las piezas en el tablero.
Lo cierto del caso es que antes de esa acción que acabó en penal, Cartaginés no era mejor que Pérez Zeledón, que tenía un jugador menos.
No se encuentra el equipo de Geiner Segura y Mauricio Wright. Es necesario un reseteo. Deben comenzar de cero. El equipo da la sensación de estar en otro planeta. Hilvanan una acción buena por diez erróneas. He visto equivocaciones en salida de José Gabriel Vargas que son inconcebibles en un jugador profesional, solo para citar un ejemplo, pero es en general que el equipo da con ninguna tecla.
Ya no es el efecto del campeón, ess más bien una desconexión peligrosa, porque también cuentan las formas en que se pierde y los brumosos pierden mal, es decir, sin presentar argumentos para poner en aprietos al adversario.
No es comprensible que un equipo pase de jugar muy bien, como si fuera un reloj suizo, en el que cada parte funcionaba a la perfección, a que se convierta en un club sin alma.
Esto es: el campeón hoy es es un equipo sin alma. Sus futbolistas deambulan por el campo sin saber a qué juegan y olvidan que detrás hay una afición todavía con el festejo del título en sus corazones.
Es hora de que el Cartaginés rectifique. Es un deber del campeón. No se puede pasar de lo sublime a lo ridículo en 42 segundos.