CIUDAD Y CAMPO
Jeikel Jokhansel es algo más que el bebé 7.000 millones en el planeta y símbolo con el que Costa Rica contribuye al crecimiento demográfico mundial.
Jokhansel es el símbolo inequívoco de la transculturación, de la influencia de los medios de comunicación y de esa afán impostergable de volver la mirada hacia lo otro, hacia lo foráneo, idea basada en la falsa creencia de que todo lo que venga del Norte, y no del sur, es mejor, y porque suena a un idioma de mayor presencia y relevencia que el pobre castellano, secundado por un loco llamado Don Quijote, que anduvo en aquellos tiempos desfaciendo entuertos pero que, hoy, ya está muerto.
Jeikel Jokhansel es hijo de una pareja joven y humilde, digna del mayor respeto y del aplauso por haber tenido la coincidencia estadística de traer al mundo el niño 7.000 millones en el país, pero ello refleja cómo aspiramos a parecernos a lo «extranjero» y en el intento solo caemos en un vacío cultural enorme y lamentable.
Jeikel Jokhansel Mora es el nombre del desafortunado bebé que bien pudo llamarse Juan, Carlos, Isamel, Álvaro, Manuel, Alberto, Vinicio, José, Gabriel, Luis, Rodolfo, Victoriano, Florentino, Mario, o incluso Sinforoso, pero no, sus padres optaron por acercarlo desde el trópico a los fríos glaciares de Noruega, Dinamarca o USA, así, como si fuera una marca.
Los vientos de la transculturación se aprecian en el pequeño Jeikel, pero en otros momentos han barrido en la arquitectura y hemos hecho un San José moderno muy parecido al Miami feo, como decía hace unos años un profesor amigo, y hemos, incluso, puesto zacate artificial a las canchas de fútbol, con la creencia errónea de que son mejores que las naturales.
De modo que Jeikel viene a confirmar que aquellos nombres castizos, en su mayoría, son fruto del pasado. Ya no escucharemos a un padre extasiado llamar a su hija “Preciosísima, Lucecita, Luz Divina, María, Ana, Raquel, Rosibel, Engracia, Trinidad, Flor, Hortensia o Florecita.”, sino que aparecerán, cada vez más, las “Lady Sexy, «Lluvias Rain» y «Yajairas”, así como los “Coffee Maker Mora», «Hundai P», «Us Navy» y «Juzvelksls Abarca” .
Sé de la historia, real, de que un cura en Acosta, que hace muchos años se negó de forma rotunda a bautizar a un niño con el nombre de “Henry”, porque le pareció inapropiado que un cristiano anduviera entre charcales, caminos polvorientos y paisajes extraordinarios con la cruz de cargar dicho nombre, que, visto a las luces de hoy, ya no es tan enajenante.
En fin, Jeikel Jokhansel tendrá que entrenarse para decir cómo se llama a sus compañeritos de escuela o tendrá que convertirse en un Messi, o en un mesías del trópico para que todo el mundo invoque su nombre.
*Director del periódico El Jornal.